EL 90 POR CIENTO DE LA CAPITAL, ARRASADA
Apenas han quedado en pie las estructuras de hormigón. Casi todo lo demás, ha volado. La capital de Vanuatu, Port Vila, es una ciudad arrasada. Los vientos de más de 300 kilómetros por hora se han llevado tejados y casas enteras.
Los martillos de desescombro resuenan en muchos barrios, donde se necesita refugio, agua y alimentos. Las ONGs calculan que hasta 150.000 personas se han quedado sin techo. La mitad son niños.
Desde los barcos del puerto hasta las líneas de alta tensión. Todo destrozado. Son pocos los puentes que han resistido la fuerza del viento huracanado. Las carreteras, cortadas, no permiten llevar la ayuda a las zonas más necesitadas.
Lo más urgente para el presidente del país es restablecer las comunicaciones y conocer el alcance real de los daños y las víctimas. Las islas del sur de este archipiélago han sido devastadas, según las organizaciones que han sobrevolado la zona.
Una orden religiosa intenta mantener contacto con uno de sus misioneros, el sacerdote extremeño Antonio López, del que hace días que no se tienen noticias.