Japón
Esta mañana, el acusado por el asesinato de Shinzo Abe, ex primer ministro de Japón, fue llevado ante la fiscalía, donde ha admitido haber creado armas caseras y haberlas probado para llevar a cabo el atentado. Tuvo que ser así, pues la legislación japonesa es famosa por su dureza en relación a la tenencia de armas. Los ciudadanos deben de pasar por un proceso de 13 pasos para estar en posesión de una, lo que la hace mucho más difícil de conseguir que países como EEUU donde solo se necesitan dos.
El proceso es toda una odisea burocrática. El ciudadano deberá aprobar un examen teórico y superar una prueba de tiro con un mínimo del 95% de aciertos. También será necesario un certificado médico y el visto bueno de la Policía, quien hará una revisión de los antecedentes e inspeccionará el domicilio donde va a estar el arma.
Aparte, se someterá al propietario a una investigación para descartar vínculos con mafias o grupos terroristas y la Policía se reservará el derecho de requisar el rifle. La licencia tendrá un periodo de validez de tres años y deberá repetirse todo el proceso antes de ese tiempo.
Esta legislación ha sido tremendamente eficaz para reducir la posesión de armas entre la población nipona, por lo que el país ha llegado a tener un mínimo de casos por asesinato con armas de fuego. La demanda es tan escasa que en todo Japón solo hay tres tiendas con licencia de venta. Estas normas han logrado en Japón sea mínima la población que tiene armas, frente a Estados Unidos donde la mayoría las posee y el movimiento gana cada vez más fuerza en las instituciones, sobre todo tras las toma del poder de Donald Trump.
Un crimen premeditado
El asesinato del ex primer ministro contaba con bastante preparación por parte del acusado. Tetsuya Yamagami, de 41 años, disparó a Abe por el odio que sentía hacia cierto grupo con el que creía que el antiguo mandatario estaba vinculado, según la Policía de Nara Nishi (Japón).
Para ello, el acusado realizó varias armas caseras que admitió haber probado para saber cuál utilizar. También confesó a los agentes haber intentado fabricar una bomba, con la que pretendía llevar a cabo el atentado.