ELECCIONES EN BRASIL | LA IZQUIERDA CUESTIONADA
Los gritos de alegría ahogaban la voz de Lula da Silva. Corría el año 2002 y el Partido de los Trabajadores había hecho historia al ganar las elecciones en Brasil. Trece años después, la euforia se ha convertido en rabia contra la corrupción y el despilfarro. Hoy, Lula sigue siendo su líder indiscutible, desde la cárcel.
El Partido de los Trabajadores aprovechó los altos precios del petróleo y las grandes obras públicas para generar riqueza y funcionó. En esos años, 30 millones de personas salieron de la pobreza extrema. Brasil se convirtió en un país emergente, el escaparate perfecto para celebrar un mundial de fútbol y unas olimpiadas.
El Partido de los Trabajadores ganaba una elección tras otra. Sin embargo, cuando terminan los años de bonanza, no ha mejorado la educación, ni la salud pública, ni la lucha contra las drogas o la protección de la Amazonía. El paro crece, también la inflación y la violencia. Las vacas flacas le tocan a Dilma Rousseff. La mano derecha de Lula intenta en vano ganar tiempo pero los bancos y la clase media le dan la espalda. Poco después, el Parlamento votó su destitución.
"La violencia contra una persona inocente del gobierno es un golpe de Estado", dijo entonces Dilma Rousseff. Irónicamente, el principal impulsor fue condenado a 24 años de cárcel por corrupción dos años después.
El Partido de los Trabajadores salía del poder y meses después el bloque duro era imputado por corrupción, blanqueo y la creación de un cártel relacionado con la petrolera semipública Petrobras. Lula será condenado a 12 años de cárcel.
Así es ahora el candidato del partido a la presidencia del país: