Opinión
El presidente del Gobierno llegaba al debate sobre el estado de la nación en una situación política delicada, después de la derrota de su partido en Andalucía.
Y también por los sondeos desfavorables de estos días, que ofrecen malos augurios para los dos partidos de la coalición. Pero Pedro Sánchez, fiel a su espíritu de resistencia, ha hecho lo que consideraba necesario para seguir adelante.
Y eso ha sido contentar a Podemos y a sus socios parlamentarios con las medidas que ellos mismos habían propuesto. Sánchez ha hecho suyas las subidas de impuestos a las compañías energéticas y a los bancos, y ha conseguido renovar el apoyo de los partidos que le hicieron presidente hace dos años y medio, con un giro a la izquierda.
Ahora, su objetivo es aprobar los presupuestos para 2023 y asegurarse el año y medio que queda de legislatura. Y está en condiciones de conseguirlo, aunque tanto Esquerra Republicana como el PNV subirán el listón de sus exigencias.
Ya lo han insinuado estos días durante el debate. Pero eso no debería ser un obstáculo para Sánchez, porque el presidente ya ha atendido determinadas reivindicaciones otras veces para alcanzar sus objetivos.