Opinión
El Gobierno ha tardado solo un mes en conceder el plácet a un nuevo embajador de Rusia en España, lo que se puede entender como el intento de España de mantener abierto un canal directo de comunicación con Moscú.
Ocho días antes de la invasión de Ucrania, el embajador de Rusia en España le dijo a Susanna Griso en el programa Espejo Público de Antena 3 que Rusia no iba a invadir Ucrania. Aquel día, el embajador mintió, o bien su gobierno le había mentido a él, y no disponía de la información correcta.
Hace un mes, Rusia decidió cambiar de embajador, y quedó a la espera de que España diera el visto bueno a quien Putin propone como nuevo embajador. Es lo que se conoce en lenguaje diplomático como el plácet. No es extraño que, en momentos de tensiones diplomáticas, un gobierno se tome su tiempo, a veces largo, para dar el plácet a un nuevo embajador extranjero. No es el caso esta vez, porque Moncloa ha tardado solo un mes, lo que se puede entender como el intento de España de mantener abierto un canal directo de comunicación con Moscú, en este momento de crisis internacional.
Sin embargo, resulta significativo que después del Consejo de Ministros, Moncloa no informara de ese plácet al nuevo embajador ruso. De hecho, en la referencia oficial de ese Consejo de Ministros, publicada en la página web de Moncloa, sí figura textualmente un acuerdo sobre la propuesta de concesión de beneplácito para el jefe de una misión extranjera, es decir, el plácet a un embajador.
Pero no se especifica ni su nombre ni su país. Había voluntad no tanto de ocultar, sino, al menos, de que esa decisión pasara desapercibida. Y así ha sido, hasta que se la hemos contado en Antena 3 Noticias.