Opinión
Se allana el camino de Pedro Sánchez hacia su investidura. Las partes han acercado posiciones hasta situarse al borde del acuerdo. Los independentistas ya consideran descontado que habrá amnistía, mientras que Sánchez da por hecho que tendrá los votos.
Cuando hay negociaciones políticas en marcha, tan importante como lo que se dice es lo que se evita decir. En las últimas horas, hemos tenido de lo uno y de lo otro. Y todo lo que se dice y lo que se calla va en la dirección de que Pedro Sánchez gane su investidura cuando llegue el momento, que será, probablemente, a lo largo del mes de octubre.
Las partes que la van a confirmar ocupan estos días en hablar de ello con normalidad, porque su objetivo es, precisamente, normalizar el precio que se va a pagar a cambio.
Por ejemplo, el líder de ERC, Oriol Junqueras, ha insistido en que la ley de amnistía ya está pactada con el PSOE. Incluso dice que la da "por descontada". En definitiva: todo lo que ocurre entre Pedro Sánchez y aquellos que le tienen que dar su voto se encamina en la dirección de que sea eso, precisamente, lo que pase: que se lo den, que consiga su investidura, y que renueve en el cargo.
El precio no es barato. Pero, como dice el propio Sánchez, buscará los votos debajo de las piedras. Una fórmula eufemística de esa máxima según la cual el fin justifica los medios.