Opinión
Organismos internacionales como la OCDE nos advierten de que la situación económica no va a mejorar a corto plazo.
Estamos en un periodo de gran incertidumbre económica. La pandemia dejó muy debilitadas nuestras cuentas, y la guerra en Ucrania las ha empeorado.
Ahora, el problema es que esa guerra se alarga y ha provocado una grave crisis energética, que, a su vez, ha derivado en una escalada de precios que, de momento, no se detiene.
Hemos tenido la buena noticia de que Bruselas autoriza a España y a Portugal a poner un tope al precio del gas, que debería suponer una bajada de la factura de la luz.
Pero, en paralelo, Argelia se ha enfadado con Pedro Sánchez por cambiar su política sobre el Sáhara, y ha suspendido el tratado de amistad con España.
Argelia es uno de nuestros principales suministradores de gas. Como se ve, la situación es muy cambiante, y cualquier decisión política puede provocar reacciones con efectos económicos.
Lo que sí es evidente es que la inflación se ha disparado, y organismos internacionales como la OCDE nos advierten de que esa situación no va a mejorar a corto plazo. Hay que prepararse para aguantar esta subida de precios durante un largo tiempo.