Opinión
El gobierno y los sindicatos intentan apropiarse de la defensa de la democracia y la libertad. Ministros y líderes sindicales se unen a la pretensión de Pedro Sánchez.
La tradición histórica de los primeros de mayo consiste en que los trabajadores hacen visibles sus reivindicaciones en las calles. Pero, en este primero de mayo de 2024, esa tradición se ha matizado en España. Además de las reivindicaciones de más y mejor empleo, los convocantes de las marchas han añadido un alegato de apoyo y respaldo a quien tiene el poder político. Los sindicatos se han entregado ardorosamente a la tarea de defender al presidente del Gobierno.
Los líderes sindicales han recorrido las calles acompañados por buena parte del gabinete de Pedro Sánchez, cuyos ministros son, precisamente, quienes tienen la mayoría parlamentaria suficiente para poner en marcha las exigencias de las organizaciones de trabajadores. Tal ha sido la identidad de criterio, que no ha habido distinción alguna. Gobierno y sindicatos han puesto en circulación la misma idea y desde el mismo lugar. Unos y otros, en actitud fraternal, han decidido apropiarse de dos conceptos que, en teoría, son de todos: la democracia y la libertad.
Y esto ocurre cuando se abre un debate muy incómodo para Moncloa: si el PSOE debe prepararse para un futuro sin Sánchez, después de lo ocurrido en los últimos días. Ese debate no lo ha planteado la oposición. Surge desde las cercanías del PSOE.