Puigdemont
El líder de Junts ya ha regresado a Bélgica después de aparecer en España este jueves.
El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se ha pronunciado a través de la red social X para comunicar que ya está de vuelta en Waterloo (Bélgica) después de unos días que él mismo ha especificado han sido "extremadamente difíciles".
El líder de Junts llevaba horas en paradero desconocido después de reaparecer en España y dar un discurso en Barcelona sin ser detenido. Su regreso a España tras siete años fugado de la Justicia fue este jueves, coincidiendo con el Pleno de investidura de Salvador Illa, que alcanzó la mayoría absoluta y este sábado será investido como president de la Generalitat.
Además, en el mensaje publicado en la red social también deja claro que analizará "la situación política", pero antes necesita unas horas "para reposar y coger aire" después de los "miles de kilómetros" realizados en "muy pocos días".
El comunicado dice así:
"Hoy estoy en Waterloo después de unos días extremadamente difíciles. Hay que analizar la situación política y poner en perspectiva la razón profunda de la operación que hizo posible lo ocurrido ayer. Y lo haré. Pero son miles de kilómetros en muy pocos días y muchas jornadas de una tensión difícil de explicar, y confío en que se entienda que necesiten todavía unas horas para reponer y tomar aire.
Lamentablemente, el inefable Departamento de Interior de nuestro Gobierno ha perpetrado hoy una de las ruedas de prensa más deplorables que recuerdo, y me siento obligado a hacer un comentario. No puedo creer que la caza de brujas que se ha desatado contra algunas personas concretas, simplemente porque las han visto a mi lado en momentos determinados, sea protagonizada desde ámbitos políticos que se llenan la boca de lucha antirrepresiva. La ola represora que ha desatado el conseller Elena y el comisario jefe de los Mossos es digna de Marlaska o de Zoido. Debo decir que algunas cosas no me sorprenden, como eso que yo llevé un sombrero de paja (no llevé ninguna, tampoco he estado nunca en ningún maletero, y tampoco he residido nunca en Hamburgo: cosas que se inventan en los atestados policiales y tienen siempre lo de la "presunción de veracidad")
Lo siento mucho por las personas que están reciben la ira de unos responsables políticos y policiales que saben que no han estado nada a la altura del momento. La reciben porque el conseller y el comisario jefe han tenido una pataleta al ver que el espantoso, incomprensible ya veces delirante dispositivo policial no le ha entendido nadie y sólo ha servido para molestar a los ciudadanos. Y para gastar inútilmente dinero público, que haría más servicio combatiendo la delincuencia y el crimen organizado que persiguiendo a políticos que no tienen ni una sola condena y castigando a agentes de los Mossos d'Esquadra por su compromiso cívico, y no porque hayan cometido ningún delito.
Ya dije que nunca he tenido la voluntad de entregarme voluntariamente ni de facilitar mi detención porque me parece inaceptable que se me esté persiguiendo por razones políticas y que, encima, no se esté aplicando la ley de amnistía. Entiendo las razones por las que el Tribunal Supremo tiene la obsesión por tenerme en sus manos pero ni el operativo ni la reacción de los mandos políticos y policiales de los Mossos es comprensible ni aceptable.
A los Mossos no se les debe pedir lealtades a ideas y narrativas políticas. Esto lo hacen los españoles con su Policía y la Guardia Civil. Aquí hemos defendido siempre un modelo policial propio y de carácter nacional, que se creen muchos agentes que tienen vocación de servicio público. Como presidente, me siento muy orgulloso del papel de los Mossos d'Esquadra en la gestión de los atentados de Barcelona y Cambrils, y de la forma en que los mandos supieron asumir una crisis en la que también debían competir con otros cuerpos policiales. Y todo el mundo sabe que el Major Trapero no era precisamente de la cuerda política del Gobierno. Pero entonces actuó con gran responsabilidad y gran sentido de la institución, que es lo que sí le podíamos exigir el conseller Forn y yo mismo como responsables políticos. Y cuando se decidió montar una operación Jaula fue porque había que atrapar a unos terroristas que acababan de perpetrar una masacre en la Rambla. Unos terroristas. Gente que acababa de asesinar indiscriminadamente. No un responsable político que tiene una orden de detención que toda Europa ha rechazado y que, por supuesto, no ha matado a nadie. ¿Cuántas órdenes de detención existen en estos momentos vigentes contra ladrones, violadores, narcotraficantes y asesinos? ¿Y cuántos dispositivos como el de ayer se están montando? ¿No se les cae la cara de vergüenza?
La degradación a la que los comparecientes de la rueda de prensa de hoy han arrastrado al cuerpo de Mossos d'Esquadra será muy difícil de revertir. La vía hacia su españolización (principalmente en el sentido de modelo policial) empezó con un tripartito y culminará con un gobierno que el propio tripartito ha hecho posible.
Y una consideración final. Si el conseller Elena y el departamento de Interior hubieran cumplido con la ley y me hubieran dado el escolta que me corresponde, habrían sabido en todo momento cuál era mi recorrido por Barcelona y por Cataluña. No hubiera sido necesaria la delirante operación de ayer, que formará parte para siempre de su biografía pública. Y no como un mérito precisamente."
Carles Puigdemont ha asegurado en el 'tuit' que se ha cometido una auténtica "caza de brujas" hacia determinadas personas con las que se le ha relacionado estas últimas horas, también ha querido disculparse con ellas afirmando que los políticos no han sabido estar a la altura. Del mismo modo, ha querido clarificar que en ningún momento ha llevado un sombrero de paja y que tampoco ha estado nunca en ningún maletero. Esta aclaración viene determinada por la afirmación de que su huida y vuelta a España se hizo en un maletero de un coche.
El expresidente de la Generalitat ha querido romper una lanza a favor de los Mossos d'Esquadra informando de que se "castigando a agentes de los Mossos d'Esquadra por su compromiso cívico, y no porque hayan cometido ningún delito", y de los cuales dice sentirse muy orgulloso.
Por otra parte, ha querido recordar que su voluntad nunca fue la de entregarse de forma voluntaria pero que entiende "las razones por las que el Tribunal Supremo tiene la obsesión por tenerme en sus manos".
Para terminar, ha querido hacer referencia al discurso del conseller Elena y el departamento de Interior, de los cuales ha dicho que si le hubieran puesto una escolta personal habrían sabido dónde se encontraba en cada momento, y que no hubiera sido necesario la "delirante" operación de este jueves. De esta manera ha querido poner la responsabilidad sobre ambas figuras políticas.
Además, insiste en que nunca ha tenido la "voluntad" de entregarse. "Ya dije que no he tenido nunca la voluntad de entregarme voluntariamente ni de facilitar mi detención".
Tres elementos fueron claves para que Carles Puigdemont pudiera hacer su plan de escape. Un "muro humano" que lo amparaba, un sombrero de paja para camuflarse y un coche a punto con una silla de ruedas: así logró el expresidente catalán Carles Puigdemont burlar a los mossos que intentaron detenerlo, quienes a la postre tropezaron con un semáforo en rojo que frenó la persecución.
Las maniobras de distracción estaban planificadas. Los agentes de paisano desplegados en la zona del Arc de Triomf lo vieron en el mismo instante que el resto de ciudadanos que seguía el acto por televisión: "Lo visualizamos acompañado de una masa y autoridades políticas, lo que no hace oportuno ni idóneo la intervención en ese momento", ha apuntado Sallent.
La policía catalana cuenta que subió al escenario rodeado de un "muro humano" de autoridades que renunciaron a su escolta y tras unos minutos, se despidió con un "no sé cuándo volveremos a vernos" y abandonó rápidamente la tarima junto a Turull y a su abogado Gonzalo Boye. Los agentes desplegados en la zona intentaron acercarse en ese momento, pero "una masa de personas configuró un muro" que les cerró el paso.
Oculto entre la masa que lo arropaba, Puigdemont aprovechó entonces para ir hacia una carpa montada con motivo del acto, donde tanto él como Turull se colocaron un sombrero de paja, idéntico al que usaban los miembros de la organización del acto. Y desde allí, se movieron hasta un turismo de color blanco -propiedad de un mosso d'esquadra- que llevaba una silla de ruedas sobre el asiento del copiloto, visible desde fuera, con lo que podía pasar por un coche de discapacitado con permiso para estacionar en una zona privilegiada.
El coche que llevaba a Puigdemont se fue a toda velocidad mientras los Mossos d'Esquadra lo perseguían con una conducción "no rectilínea" y un semáforo en rojo cerró el paso al vehículo policial y dio al expresidente de la Generalitat unos minutos de ventaja que fueron claves para asegurarse la huida, en una zona cercana a las rondas que permiten cruzar Barcelona a toda velocidad.
Este jueves se detuvo a dos mossos que, presuntamente, estarían colaborando con la fuga de Puigdemont. Los dos ya están puestos en libertad en libertad provisional sin ninguna medida cautelar. Pero este viernes se ha detenido a otro agente de la policía catalana también por su supuesta participación en la huida del expresidente Puigdemont.
El arresto del tercer mosso se ha producido el mismo día que se ha ofrecido la rueda de prensa del conseller de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena, y el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, donde han acusado a Puigdemont de haber tenido un comportamiento "impropio" de alguien que fue presidente de la Generalitat.
El comisario jefe ha sido muy duro contra los mossos detenidos por ayudar al líder de JxCat a regresar a Barcelona y volver a huir, lo que considera "reprobable, inaceptable y una afrenta al cuerpo": "No merecen vestir nuestro uniforme", ha añadido. EFE 1012062 si-jf/fl
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