Juicio
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, se reafirmó en su objetivo de conseguir una república catalana en el uso de su derecho a la última palabra durante el juicio que se ha celebrado este lunes en su contra por desobedecer a la Junta Electoral Central.
En los 15 minutos en los que se dirigió a la sala, acusó al tribunal de parcialidad, a la Fiscalía de estar al servicio del Gobierno de Pedro Sánchez y al Estado de maniobrar contra el independentismo.
Torra comenzó su alocución refiriéndose a unas declaraciones hechas por el presidente del Ejecutivo central, Pedro Sánchez, en las que dijo "que el Ministerio Fiscal dependía del Estado y por lo tanto no es un organismo imparcial, sino que está al servicio de los intereses del Gobierno".
El presidente del tribunal le cortó en ese punto para advertirle de que no iba a permitir ninguna falta de respeto a las partes. En ese momento, Torra llegó a decir al tribunal que no le interrumpiera y acabó invocando los casos de Irla y la Gestapo, el juico a Artur Mas o la situación de su predecesor Carles Puigdemont.
Como ya hiciera su abogado, Gonzalo Boye, Torra recordó que "no es la primera vez que un presidente de la Generalitad se sienta frente a un tribunal. Desde 1931 nueve presidentes se han visto sometidos a algún tipo de juicio", pero "es la primera vez que se sienta en el banquillo un presidente de la Generalitat en ejercicio".
Torra se mostró convencido de que la justicia no es imparcial en este caso e identificó ese como "uno de los motivos por los que los catalanes buscan la independencia".
"Vengo a acusar al Estado de haber vulnerado mis derechos y que este juicio no ha contado con todas las garantías necesarias y este tribunal no es imparcial", acusó el president. Insistió en que cumplió con los deberes de su cargo. "No vengo aquí a defenderme", aseguró, "en todo caso vengo aquí a acusar el Estado". Y eso hizo, arremetió contra el Gobierno, la justicia y las estructuras del Estado y volvió a reivindicar "la república catalana".
Torra dio la bienvenida a una condena que sirva para "defender las libertades y los derechos de mis compatriotas" y reiteró de nuevo que no acató la orden de la JEC porque "no podía ni tenía que hacerlo. No se puede acatar una orden que es ilegal".
En su lista de agravios tampoco faltó el Rey. Recordó que en la jornada del 1-O se vió "una violencia inaudita amparada por el Rey de España. Esto ha supuesto un choque emocional. Y ustedes no pueden impedirnos que podamos reividicar". "Los catalanes no son ovejas", continuó. "Yo no he venido a defenderme de nada, sino de acusar al Estado de vulnerar mis derechos.
Ustedes no son un tribunal imparcial y me sabe mal. Yo no creo que nosotros tuviéramos que pedir su recusación, sino que usted debería haber decidido no estar aquí". "Los catalanes encontramos los tribunales europeos lo que no nos da la justicia española", adelantó el presidente.
Y finalizó: "Este tribunal me puede condenar pero no cambiarán la legitimidad de los que me eligieron ni el compromiso que yo tengo con el pueblo de Cataluña". Y concluyó sus palabras ante el tribunal proclamando "¡Viva Catalunya Lliure!".