en subirats, barcelona
Cuando fue descubierto agazapado entre viñedos en Subirats (Barcelona), el terrorista Younes Abouyaaqoub se abalanzó contra los Mossos mostrando lo que parecía un chaleco bomba. Los agentes abrieron fuego, el yihadista cayó al suelo, se reincorporó y se dirigió contra los policías, hasta que fue abatido. Así lo sostiene uno de los agentes de los Mossos d'Esquadra que el 21 de agosto, cuatro días después de los atentados, localizó y abatió en Subirats al terrorista de las Ramblas, en medio de uno de los mayores dispositivos de búsqueda efectuado nunca por la policía catalana.
En su declaración, a la que ha tenido acceso Efe, el agente relata que estaba efectuando un servicio de seguridad ciudadana en Vilafranca del Penedès (Barcelona) el pasado 21 de agosto, cuatro días después de los atentados, cuando la sala de control lanzó la alerta de que habían localizado a un sospechoso en una zona de viñedos, un joven alto, delgado, con cabello oscuro corto, pantalón rojo y camisa azul de manga larga.
Junto con su compañero, el mosso se añadió a la búsqueda, por lo que estacionaron el vehículo en la entrada de una pista forestal y caminaron unos 70 metros de distancia y, casi al final de la parte donde les alcanzaba la vista, detectaron a una persona mirando en su dirección, que se detuvo. Esta persona coincidía plenamente con la descripción del sospechoso, por lo que el compañero del mosso gritó: "¡Alto policía!", ante lo que Younes Abouyaaqoub se levantó la camisa y les mostró "claramente" una especie de cilindros metálicos de unos veinte centímetros de largo, colocados verticalmente alrededor del abdomen, del tamaño de una botella de agua pequeña.
El agente detalló que los tres cilindros eran metálicos, ya que el sol se reflejaba a ellos, por lo que tuvo la impresión de que "con seguridad" se trataba de un artefacto explosivo. Tras mostrar el chaleco-bomba, que luego se supo que era simulado, el terrorista empezó a correr en dirección a los agentes, repitiendo el grito de "¡Alahu Akbar!" (Alá es grande), ante lo que el mosso desenfundó el arma, apuntó al joven y le chilló de nuevo que se detuviera, aunque sin éxito.
Al ver que el joven no se detenía y cada vez estaba más cerca de ellos, el mosso efectuó varios disparos, aunque desconoce la cifra ni si llegaron a impactar en el terrorista, que de repente se detuvo y cayó al suelo, según su declaración. No obstante, un par de segundos después, según el mosso, Abouyaaqoub se reincorporó y volvió a dirigirse hacia ellos, por lo que tanto él como su compañero le volvieron a dar el alto y le pidieron que se quedase quieto.
El mosso volvió a disparar contra el terrorista, agotó las balas de un cargador, lo recargó y disparó una o dos balas más del segundo cargador, según su declaración. A partir de entonces, según el relato del mosso, el terrorista ya no se volvió a mover de donde estaba, tumbado boca-bajo en el suelo, por lo que, sin acercarse al sospechoso, comunicó por emisora que le habían abatido y que llevaba un chaleco bomba. Los artificieros de los Mossos se acercaron poco después al lugar, aseguraron la zona y retiraron el cinturón explosivo con un robot y posteriormente comprobaron que se trataba de un chaleco simulado.
Una vez descartado el riesgo de explosión, los Mossos autorizaron al médico de los servicios de emergencia que comprobaran el estado de la persona abatida, si bien, tras girar su cuerpo para examinarlo certificaron que ya estaba fallecido. En otro informe remitido al juez, agentes de la Policía Científica y de la Unidad Central de Balística de los Mossos detallan que en Subirats los agentes dispararon 11 balas, hubo 27 vainas percutidas y un cartucho disparado, elementos que fueron recogidos en una inspección policial en la zona y durante la posterior autopsia del cadáver de Abouyaaqoub. En concreto, según este informe, el terrorista falleció tras recibir seis impactos de un arma Walther modelo P-99 como la que llevaban los mossos.
Según el informe, pese a que el chaleco-bomba que mostró el terrorista era simulado y no contenía carga explosiva, por sus características podía generar "terror" y "atemorizar y coaccionar" a las personas que lo viesen, ya que parecía una amenaza "creíble". "Hay que remarcar que las circunstancias en las que es exhibido (el chaleco) por el presunto terrorista, así como la similitud que presentaba con los artefactos explosivos improvisados reales que se han utilizado en otros incidentes a nivel internacional, como el ataque en el Museo del Bardo en Túnez o los ataques llevados a cabo en París o Bruselas, entre otros, hacen que la amenaza sea creíble", resalta el informe. A la misma conclusión llegan los Mossos respecto a los chalecos-bomba simulados que esgrimieron los cinco terroristas que fueron abatidos en Cambrils, que recibieron entre ocho y dos impactos cada uno.