PABLO CASADO, NUEVO PRESIDENTE DEL PP

Soraya Sáenz de Santamaría, la 'niña de Rajoy' que no pudo vencer a Fuenteovejuna

De Soraya Sáenz de Santamaría, y de lo que le ofrezca Pablo Casado, dependerá ahora si quiere formar parte de algún modo en el proyecto del nuevo líder. Tenía claro que no le importaba enfrentarse al que para muchos era sucesor natural. "Hay dos rondas y yo ya he ganado una", se empeñó una y otra vez en recalcar la candidata hasta llegar a la votación de hoy, en una campaña en la que también ha asegurado haberse "mordido la lengua" muchas veces para mantener la campaña "en positivo" que se había propuesto y no meterse con sus compañeros.

Soraya Sáenz de Santamaría no ha logrado concitar el apoyo de su partido para ser la sucesora de Mariano Rajoy, y pese a contar con el favor del mayor número de militantes en la primera vuelta no ha podido con la unión de todas las demás fuerzas del PP en su contra.

Por eso, y porque todos los que no querían que fuese la líder del PP se han sumado al proyecto de Pablo Casado, Sáenz de Santamaría ha perdido la batalla. Ha vencido Fuenteovejuna. La renovación, al final, no vendrá de la mano derecha de Mariano Rajoy, con quien estuvo en el Palacio de la Moncloa durante siete años y antes fue su portavoz parlamentaria en la oposición. Y no le corresponderá a ella, tal y como analiza EFE, que fue la coordinadora del Ejecutivo, la que lidere este nuevo proyecto en el que el PP debe, cuanto antes, lamerse las heridas de haber perdido el poder y prepararse para las próximas carreras electorales.

De ella, y de lo que le ofrezca Pablo Casado, dependerá ahora si quiere formar parte de algún modo en el proyecto del nuevo líder. Cuando Rajoy anunció su marcha, pocos dudaron de que Soraya Sáenz de Santamaría fuera a presentarse, y mientras otros aspirantes, como Casado y María Dolores de Cospedal, han asegurado que se decidieron tras el paso atrás de Alberto Núñez Feijóo, la exvicepresidenta nunca lo ha hecho.

Tenía claro que no le importaba enfrentarse al que para muchos era sucesor natural. "Hay dos rondas y yo ya he ganado una", se empeñó una y otra vez en recalcar la candidata hasta llegar a la votación de hoy, en una campaña en la que también ha asegurado haberse "mordido la lengua" muchas veces para mantener la campaña "en positivo" que se había propuesto y no meterse con sus compañeros.

Este viernes, Mariano Rajoy prometió lealtad hacia su sucesor. Y lealtad ha ofrecido también Soraya Sáenz de Santamaría, quien pese a tener enfrente a todos los demás candidatos unidos ha insistido hasta la derrota de hoy en que tenía que ser ella la que liderase la integración.

Esta vallisoletana nacida en 1971 trabajó como asesora de Rajoy cuando era vicepresidente del Gobierno de José María Aznar y cuando, más tarde, entre los años 2003 y 2004, fue secretario general del PP. Llegó al Congreso en el año 2004, con 32 años, en sustitución de Rodrigo Rato y ese mismo año, en el congreso en el que Rajoy fue elegido presidente del PP, fue nombrada secretaria ejecutiva de Política Autonómica y Local.

Tras el convulso cónclave del PP en Valencia en 2008, Rajoy la escogió como portavoz del partido en el Congreso, cargo que ocupó 2011. Y a finales de ese año, esta licenciada en Derecho y abogada del Estado se convirtió en la mujer fuerte del Gobierno de Rajoy: Vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Ejecutivo. Y además se hizo cargo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Un trabajo que no estuvo exento de dificultades, como cuando le tocó en su primera rueda de prensa tras un Consejo de Ministros explicar las duras medidas de ajuste que tomaba el Ejecutivo para afrontar la crisis económica. Elegida de nuevo diputada del PP en los comicios de diciembre de 2015, continuó como vicepresidenta en funciones en la XI legislatura, la más corta de la democracia y en la que no hubo acuerdo para formar Gobierno.

Tras la repetición de las elecciones de junio de 2016 y con el nuevo gobierno nombrado por Rajoy, el 3 de noviembre de 2016, Soraya Sáenz de Santamaría siguió en la Vicepresidencia y asumió las competencias de Administraciones Territoriales, aunque cedió la portavocía a Íñigo Méndez de Vigo.

Se convirtió así en la abanderada del Gobierno para hacer frente al desafío secesionista de Cataluña, que muchos en el PP consideran que ha sido su piedra en el zapato, si bien quienes la apoyan hablan de sus incontables esfuerzos por reconducir la situación.

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