SEGÚN LA OTI
Los salarios reales, descontando el impacto de la inflación, registraron un retroceso del 1,8% en España el año pasado, cuando la economía creció un 3,1%, lo que supuso el segundo peor dato entre los países de la zona euro, solo por detrás de Grecia, donde los sueldos cayeron un 3,5%, según un informe elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según los datos de la institución, los salarios reales en España registraron una caída del 0,1% en 2016, tras aumentar un 1,6% un año antes y mantenerse estables en 2014 y bajar un 1,4% en 2013.
La evolución negativa de los salarios reales en España, así como en Italia (-1,2%), frente a las subidas registradas en Alemania (0,9%) y Francia (0,1%) fueron claves en el estancamiento observado en los salarios de Europa Occidental, después de las caídas del 1,3% en 2016 y del 1,6% en 2015.
A nivel mundial, el crecimiento de los salarios en términos reales se moderó el año pasado al 1,8% desde el 2,4% de 2016. Si no se incluye a China, el crecimiento mundial de los salarios se debilitó al 1,1% desde el 1,8% en 2016.
"El crecimiento mundial de los salarios en 2017 no solo fue menor que en 2016, sino que registró la tasa de crecimiento más baja desde 2008, situándose muy por detrás de los niveles alcanzados antes de la crisis financiera mundial", destacó la OIT.
En los países avanzados del G-20, el crecimiento de los salarios reales se ralentizó desde el 1,7% en 2015 al 0,9% en 2016, y siguió disminuyendo al 0,4% en 2017. En EEUU, los salarios reales aumentaron un 0,7% en 2017, en línea con el incremento registrado un año antes.
La OIT señaló en su informe que, en promedio, la productividad laboral ha aumentado más rápidamente (+17%), que los salarios reales (+13%), aunque la brecha entre ambas tendencias se haya reducido entre 2015 y 2017.
"Las primeras indicaciones sugieren que este lento crecimiento del salario continuará en 2018", declaró el director general de la OIT, Guy Ryder, señalando lo "desconcertante" de observar en las economías de altos ingresos que el lento crecimiento de los salarios va acompañado de una recuperación del crecimiento del PIB y la disminución del paro.
Por su parte, en los países emergentes y en desarrollo del G-20, el crecimiento de los salarios reales se moderó en 2017 al 4,3% desde el 4,9% del año precedente. "Los trabajadores de Asia y el Pacífico han disfrutado del crecimiento de los salarios reales más alto de todas las regiones entre 2006 y 2017. No obstante, incluso en esta región, el crecimiento de los salarios en 2017 fue menor que en 2016, pasando del 4,8% en 2016 al 3,5% en 2017", precisó la institución.
De este modo, en los últimos 20 años, los salarios reales casi se han triplicado en los países emergentes y en desarrollo del G20, mientras que en los países avanzados han aumentado solo 9%, señala el informe.
La brecha salarial de género ronda el 20%
Por otra parte, el análisis de la OIT constata que, a escala mundial, las mujeres siguen percibiendo un salario aproximadamente 20% inferior al de los hombres, subrayando que en los países más avanzados la diferencia de retribución entre ambos sexos es más elevada en el extremo superior de la escala salarial, mientras que en los países de ingresos bajos y medios, es mayor entre los trabajadores peor remunerados.
"Las disparidades de remuneración por razón de género constituyen una de las mayores manifestaciones de injusticia social de la actualidad, y todos los países deberían esforzarse por comprender mejor qué se esconde detrás de esto y avanzar más rápidamente hacia la igualdad de género", agregó Guy Ryder.
En el caso de España, la brecha salarial entre hombres y mujeres en cuanto a ingresos por hora se situaba en una media del 14%, por debajo de la diferencia del 15,5% en los países de altos ingresos, mientras que en términos de ingresos mensuales ponderados la brecha desfavorable a las mujeres era del 13,9%, frente a la media del 18,3% de los países de altos ingresos.
Por sectores, la brecha salarial de género en España en empresas privadas alcanzó el 18,1%, en línea con la media del 18,7% para los países de ingresos altos, mientras que en el sector público la diferencia era del 9,1%, por debajo de la media del 14,8% de los países comparables.