LOS ARCOS FUNCIONAN DESDE EL 1 DE ENERO
La basílica de la Sagrada Familia ha destinado dos millones de euros a mejorar la seguridad del templo, con la instalación de diez arcos detectores de metales, escáneres y doce agentes de seguridad más, medidas adoptadas tras los atentados de agosto en Barcelona y que están inspiradas en las del Vaticano.
El nuevo director general de la Fundación de la Sagrada Familia, Xavier Martínez, y el director de seguridad y operaciones del templo, Marc Martínez, han dado a conocer hoy en rueda de prensa las nuevas medidas de seguridad, en funcionamiento desde el 1 de enero y que son similares también a las que se usan en los aeropuertos, dando por finalizado el plan estratégico de seguridad de la basílica barcelonesa.
Las nuevas medidas de seguridad "no son consecuencia" directa de los atentados terroristas del pasado mes de agosto en Barcelona y Cambrils, cuando se supo que la Sagrada Familia se barajó como uno de los objetivos de los yihadistas, si bien sí que se han tenido en cuenta, ha precisado Marc Martínez.
Con anterioridad a la instalación de las nuevas medidas de seguridad, que se han inspirado en los controles que se realizan en los accesos a la Ciudad del Vaticano, los 1.500 visitantes a la hora que registra el templo barcelonés se hacían de forma manual y visual. En estos registros manuales se habían llegado a encontrar cuchillos de diversas dimensiones, sprays de autodefensa e incluso pistolas eléctricas, ha explicado Martínez.
De los diez nuevos escáneres, seis se han situado en el acceso al templo de las personas individuales y los otros cuatro al de los grupos, y son suficientes, según los responsables del templo, para absorber la multitud de turistas que cada día acceden a la iglesia y también a los fieles que quieran asistir a una celebración religiosa.
De hecho, el pasado 30 de diciembre se realizó una prueba con la asistencia de más de 2.000 personas a una misa, y el acceso "fue muy bien", ha asegurado el director de Seguridad. Martínez también ha explicado que desde que el pasado día 1 de este mes se comenzó a aplicar el paso por los arcos metálicos de forma obligatoria, y no se han registrado colas de visitantes más largas de las habituales.
Las cintas distribuidoras de los visitantes ayudan a ordenar el flujo de los que desean acceder a la Sagrada Familia, si bien el un número bastante elevado ocupaba parte de las aceras más cercanas al templo, antes de situarse en las colas. El nuevo sistema de seguridad no incluye la tecnología del reconocimiento facial o de retina, pero sí se han instalado más cámaras en todo el recinto.
Cuando los visitantes llegan al templo con sus entradas, acceden al mismo a través de los accesos de personas individuales o en grupo, donde se encuentran los arcos y escáneres y, desde ahí, deben subir un acceso de escaleras hasta llegar a la puerta del Nacimiento, la única construida en vida del genial arquitecto Antoni Gaudí.
Con el incremento de doce personas más para mejorar la seguridad suman un total de 40 los agentes destinados a proteger la basílica católica y a sus visitantes, que ascienden a unos 4,5 millones de personas anuales. A la espera de conocer los datos finales de 2017, esta cifra de visitantes podría haber bajado ligeramente debido, justamente, al descenso de turistas en Barcelona tras los atentados de agosto. De hecho, en septiembre, una falsa alarma por una furgoneta sospechosa obligó a desalojar la zona del entorno de la basílica, en el marco de un operativo antiterrorista sin detenciones.