Una situación inédita
Los partidos políticos no han sido capaces de resolverle al Rey este problema. De este modo, Felipe VI tendrá que decidir entre proponer a Rajoy como candidato si es que no renuncia, o proponer a Pedro Sánchez. Otra de las opciones sería no proponer a nadie y esperar que alguien vuelva a Zarzuela con los deberes hechos, y con los votos suficientes.
Otras opciones, mucho más remotas pero no imposibles, serían que el Rey diera la opción a Pablo Iglesias, al líder de Ciudadanos Albert Rivera o incluso a un independiente, porque no hace falta ser diputado para presentarse a la investidura.
Estas últimas opciones son muy poco probables, pero dadas las circunstancias no se pueden descartar. De hecho, la Constitución resuelve algunos problemas, aunque no todos. El Rey puede abrir otros escenarios como no proponer candidato hasta que éste consiga los apoyos para salir elegido, o proponerlo otorgándole un tiempo para negociar antes de presentarse a la investidura.
Para José Manuel Vera, Cátedrático de Derecho Constitucional “es preferible esperar un tiempo para lograr un gobierno suficientemente coherente, que con las prisas lograr un gobierno aritmético que conlleve una falta de gobierno efectivo”.
Tiempo es lo que obtuvo Aznar cuando fue propuesto en el 96. Ganó pero sin mayoría absoluta, negoció y firmó un pacto de gobierno con los nacionalistas catalanes y vascos, y después se sometió al debate de investidura
Pero ahora, la situación se puede complicar todavía más, si no hay ningún candidato que quiera dar el paso ¿qué pasaría entonces?
Según la Constitución, si no hay debate de investidura no se pueden convocar elecciones. Pero ¿pueden los políticos saltarse esta norma y desbloquear la situación? El catedrático de derecho constitucional, José Manuel Vera es tajante: “No es deseable nunca y en ningún caso”. Para el catedrático Roberto Blanco no habría otra opción “que pactar una investidura ficticia”
Los expertos apuntan a una personalidad política que estuviera dispuesto a perder una votación de investidura con el fin de que corra el plazo para disolver las Cortes.