IMPLACABLE CON LOS COMPARECIENTES
Marchena afrontaba este juicio con serenidad, aunque consciente de que su papel como presidente le colocaba en el centro de todas las miradas. Y tal como él vaticinaba, sus respuestas tajantes a los procesados y los testigos han dado mucho que hablar.
El magistrado se mostró implacable también con la acusación particular, especialmente con Vox. Nada más comenzar el juicio, permitió que los acusados llevaran los lazos amarillos en la solapa, al considerarlo un "símbolo ideológico".
El juez se ha esforzado en todo momento porque el juicio se desarrollara con total normalidad, controlando a todas las partes. Así riñó a Cuixart por utilizar continuamente la coletilla "hostia".
También trató de controlar a los testigos que se negaron a responder cuando Vox les interpelaba
Y se ha esforzado en que los testigos no emitieran juicios de valor, como ocurrió durante las declaraciones de Joan Tardá y Gabriel Rufián.
Tampoco la abogacía del Estado y las defensas se han librado de sus regañinas, pese al tono afable.
Uno de los momentos más delicados se vivió durante la sexta semana, con la comparecencia de un agente que participó en el dispositivo del 1-O. En varias ocasiones, Marchena reprochó al letrado la actitud que estaba manteniendo con el testigo. "No le riña. Él está intentando dar su versión", aseguró.
Pero también ha sido severo con los mossos independentistas que se mostraron reacios a responder las preguntas de Vox: "Usted ha sido citado como testigo y se va a limitar a contestar las preguntas. Es un agente de la autoridad y está ante la autoridad judicial. Eso sí, diga la verdad y si no me oye decir que la pregunta es improcedente tiene que contestar, como agente de la autoridad debe saber cual es su deber".