Princesa Leonor
Este próximo mes de agosto completará su formación militar en estas instalaciones. Hoy ha acompañado a su padre, Felipe VI, durante el acto de entrega de despachos de los nuevos oficiales.
Si hablamos con los vecinos de Marín, son muchos los que todavía recuerdan la llegada de un joven Príncipe de Asturias a la Escuela Naval de Marín en el año 1986. El, por aquel entonces, Príncipe Felipe, completó su formación militar en estas instalaciones, igual que lo hará ahora su hija, la Princesa Leonor.
Será en apenas unas semanas. Después de haber completado los dos primeros cursos en la Escuela Militar del Ejército de Tierra en Zaragoza, este próximo mes de agosto la futura reina se trasladará a Marín para recibir la formación correspondiente a la Armada. Aquí permanecerá varias semanas, hasta que en enero se embarque en el buque escuela Juan Sebastián Elcano en el crucero de instrucción de guardiamarinas.
Tampoco faltó a un momento tan destacado la Reina Letizia. Vestida con un -muy acorde- vestido azul marino, presidió el acto junto al Rey y la Princesa, que lucía el uniforme de etiqueta del Ejército de Tierra con la condecoración de la Gran Cruz del Mérito Militar.
Fue la primera toma de contacto de la Princesa Leonor con la que en breve será su residencia. El acto de hoy consistía en la entrega de despachos de los nuevos oficiales. Un día señalado en el calendario que es cita obligada para la Casa Real.
Todo apunta, además, que seguirá siéndolo. El propio comandante director de la Escuela lo dejaba claro dándole la bienvenida a la futura reina “a la que será su casa siempre”. Pedro Cardona, hacía referencia no solo a la Escuela Naval, sino también a la Armada. Cardona, además, felicitó a los Reyes por sus diez años de reinado y quiso hacerles llegar el cariño de todos los vecinos de Marín.
El comandante director quiso destacar que la princesa encontrará “no solo el cariño, el apoyo y la ayuda que brindamos a los nuevos”, sino también un grupo de personas “que se deben a los españoles con respeto y lealtad”.
Otro de los aspectos que no pasó inadvertido para ninguno de los presentes fue, una vez más, la complicidad entre padre e hija. Sin olvidar en ningún momento la solemnidad de un acto muy protocolario, no faltaron los comentarios y los gestos entre ambos.
Una relación que en cada intervención pública queda patente.
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