DIVISIÓN EN EL PSOE
Sólo al principio ambos sonreían sin necesidad de disimular, porque entonces había sintonía, buen ambiente. Si Pedro Sanchez llegó a la secretaría general solo fue porque Susana Díaz le dio su apoyo. La clave es que ese respaldo no era a cualquier precio y con el tiempo a uno y a otro se les fue torciendo el gesto.
Lo que empezó como un problema interno pasó a ser una guerra personal. El primero que hace las cajas y se va es él, derrotado en una tumultuosa reunión del Comité Federal del PSOE. Aquella noche Díaz sonreía, ella tenía el apoyo de casi todos y su camino a lo más alto, a liderar el partido, parecía despejado. Pero nunca imaginó la presidenta andaluza que con las primarias, con los militantes votando en urna, Sánchez le daría un golpe definitivo: ella resultó derrotada.
El borrón y cuenta nueva que se impone entonces, ese pacto de no agresión entre ambos funciona con disimulo más o menos bien, con reparto de papeles: Sánchez en Madrid, Susana Díaz en Sevilla. Y llega la moción de censura. Él llega a La Moncloa. Ella, ahora, con el peor resultado histórico en unas elecciones andaluzas, cuestionada, y con el socialismo andaluz más débil que nunca. Falta ver el final de esta historia.