Inmersión lingüística
Tras el caso de Canet de Mar, en el que un alumno de 5 años y su familia fueron acosados por solicitar que se acatase la sentencia del Tribunal Supremo sobre las horas lectivas en castellano, decenas de familias se han animado a exigir lo mismo
El caso de Canet de Mar ha sido una de las noticias más importantes a nivel nacional en esta última semana del año. El Tribunal Supremo falló hace algunas semanas que el 25% de las asignaturas debían impartirse en castellano en las aulas de Cataluña.
La Generalitat dijo que no se cumpliría este fallo y pidió a los centros educativos, a través de su consejero de Educación, que no acatasen el veredicto. En la localidad de Canet de Mar (Barcelona) unos padres pidieron que el centro en el que estudiaba su hijo, de cinco años, se aplicase esa cuota, de acuerdo a la ley.
En los días siguientes a esa petición empezaron a aparecer que familias que pedían lo mismo. Al principio tímidamente, apenas un goteo, pero a medida que el caso se hacía mediático se han animado más y más familias. Hasta sumar las 60 de la actualidad.
Asesoramiento legal
Ya hay dos asociaciones que se han ofrecido a darles asesoramiento legal en este proceso. Cabe recordar que a todas esta familias les ampara la ley, pues solo exigen que se cumpla una sentencia del Tribunal Supremo.
De no aplicarse el fallo del TS, el castigo sería para la Generalitat, en concreto para su consejero de Educación -que envió una carta a los centros pidiendo desobedecer el fallo judicial- o para los directores de los colegios en los que no aplique la norma.
Debates "identitarios"
En paralelo, la Asociación de Familias (AFA) de la Escuela Turó del Drac de Canet de Mar (Barcelona) -contraria a la sentencia- ha pedido este jueves a partidos y entidades que no conviertan este colegio "en escenario de enfrentamientos políticos, debates identitarios y disputas lingüísticas".
En un comunicado publicado en castellano y catalán, la asociación de familias expresa su "malestar" porque el colegio se haya convertido "en escenario de enfrentamientos políticos, debates identitarios y disputas lingüísticas que no nos corresponde asumir ni al centro, ni a las familias, ni mucho menos a nuestros hijos e hijas".