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Las juntas de tratamiento de las tres cárceles donde están presos los líderes del "procés" se reúnen para aprobar su propuesta sobre su clasificación penitenciaria, que podría permitirles salidas diarias, en una resolución que la Generalitat y la Fiscalía tendrán que revisar. El secretario de Medidas Penales, Reinserción y Atención a la Víctima de la Generalitat, Amand Calderó, comparecerá en la sede del organismo, donde previsiblemente dará a conocer la decisión de las juntas de las cárceles donde cumplen sus penas los nueve líderes independentistas condenados por sedición por el Tribunal Supremo.
Diferencias... mientras se negocia la investidura
Junts per Cat y ERC discrepan sobre la estrategia a seguir con sus dirigentes encarcelados. Los de JxCat critican a los republicanos después de conocerse que ERC no contemplan que los líderes independentistas encarcelados salgan antes de Navidad y que pueden todavía permanecer en prisión unos meses. La formación republicana prevé que la Secretaría de Serveis Penitenciaris de la Generalitat clasifique a los presos vinculados a Esquerra (Oriol Junqueras, Raül Romeva, Dolors Bassa y Carme Forcadell) con el segundo grado penitenciario, que comporta permanecer todavía encarcelado unos meses. JxCat prevé recurrir el segundo grado, ya que considera que se les debería conceder el tercer grado, que marca una semilibertad más amplia (dormir en la cárcel entre semana y fines de semana en casa). Desde ERC se ha precisado que no es habitual otorgar directamente ese tercer grado en condenas largas, como es el caso de los dirigentes independentistas, a los que se impuseron penas de 9 a 13 años de cárcel, más inhabilitación.
Tercer grado
Tras conocerse la propuesta de las juntas de tratamiento de las tres cárceles (Mas Enric, Puig de les Basses y Lledoners), se abre un plazo de dos meses para que la Consellería ratifique la resolución de la junta, un órgano integrado por psicólogos, educadores, trabajadores sociales y juristas y por un representante de la administración catalana que cuenta con voto de calidad, pero insuficiente para imponer su criterio. La junta tendrá en cuenta factores como la conducta en prisión, los hábitos laborales, el apoyo social y familiar o la falta de antecedentes para asignar a los presos uno de los tres grados penitenciarios: el primero, con las medidas de control más restrictivas, el segundo -ordinario- o el tercero, que les permitiría salir a diario y regresar a la cárcel solo a dormir. Nada en la legislación impide que los líderes del "procés" sean clasificados de entrada en tercer grado -de hecho un 40 % de los reclusos sin antecedentes lo son-, pero la larga duración de sus condenas dificulta que puedan beneficiarse del régimen abierto de forma inmediata: aunque los hay, son contados los casos de presos con penas de cárcel de dos dígitos que lo han logrado.
Segundo grado
El segundo grado, no obstante, puede flexibilizarse hasta igualar sus condiciones a las del régimen abierto, a través de dos supuestos del reglamento -como el artículo 100.2 que se aplicó a Oriol Pujol o el 117 a Iñaki Urdangarin- que autorizarían a los presos a salir de la cárcel durante el día, principalmente para participar en actividades de voluntariado o trabajar. La opción del régimen ordinario flexibilizado posibilitaría esquivar el control del Supremo: a diferencia del tercer grado, en el que la última palabra la tiene el tribunal sentenciador, los artículos del reglamento penitenciario son revisados por el juez de vigilancia y los recursos se agotan en la Audiencia de Barcelona. En ambos casos, puede ser clave el papel de la Fiscalía si decide recurrir los beneficios penitenciarios, una posición que despierta recelos en el Departamento de Justicia por la beligerancia con que el ministerio público ha criticado su gestión de los políticos presos en anteriores ocasiones. De hecho, en su memoria del año pasado, la Fiscalía cuestionó la imparcialidad de las autoridades penitenciarias catalanas para evaluar a los presos una vez condenados, al tiempo que criticaba la "anormal" presencia de políticos catalanes en la cárcel de Lledoners y las asiduas manifestaciones alrededor del centro.