EL 1 DE OCTUBRE
Apenas han sido proyectadas en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo donde se celebra el juicio al 'procés', pero ya hay unanimidad, desde un lado y desde el otro, de que las imágenes de las cargas policiales en el 1-O no gustan a nadie. Tampoco al exministro del Interior Juan Ignacio Zoido, que ha declarado como testigo.
Dos horas y media (más que ningún otro testigo) ha durado el interrogatorio a Zoido, escuchado atentamente por el exconseller de Interior Joaquim Forn, que ha preferido situarse detrás de sus abogados para seguirlo. Después ha vuelto al banquillo de los acusados.
Con un tono tranquilo y sosegado, a ratos monocorde, el exministro del Interior ha repetido los mismos argumentos que ya esgrimió en su comparecencia en el Senado cuando, por iniciativa propia y a instancia de los grupos, explicó lo que ocurrió el 1-O. Como era de esperar, las imágenes de las cargas han copado parte del interrogatorio. Aquellas que, aunque "parecidas" a otras, no son agradables.
A Zoido no le parecen "desde luego" agradables. Similar mensaje al que ayer usaron sus antiguos jefes Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría. Pero, como ellos, ha defendido esas cargas, porque a pesar de todo vio en ellas "proporcionalidad". Y, sobre todo, vio que eran necesarias ante los "escudos humanos" que impidieron a los agentes de las fuerzas de seguridad cumplir con su cometido: evitar la votación del referéndum ilegal. Imágenes que el presidente del tribunal, Manuel Marchena, ha decidido que no se proyectaran a pesar de los intentos del defensor de Forn.