Sevilla
El caso se inicia durante un pleno de mayo de 2016 del Ayuntamiento de Dos Hermanas, Sevilla, convocado por la oposición ―IU y Sí se Puede― para que el portavoz del equipo de Gobierno, Agustín Morón diera explicaciones sobre un presunto chantaje denunciado por Ciudadanos en el que se le amenazaba con la difusión de un vídeo en el que aparecía esnifando cocaína. El portavoz socialista se defendió con esta frase: “Existe una denuncia de una persona, Manuel Varela, que ha manifestado que es o ha sido consumidor de cocaína desde hace muchos años, por lo que es difícil de entender que le deis toda la credibilidad cuando es sabido y está comprobado científicamente que los consumidores habituales de esta sustancia mienten de forma habitual”.
¿Delito o libertad de expresión?
Morón fue condenado por un delito contra el honor y la intimidad del entonces candidato de Ciudadanos a la alcaldía, Manuel Varela, a una multa de 60.000 euros. Ahora, la Audiencia de Sevilla lo ha absuelto. La razón: “El ámbito mentiroso no es interiorizado por la sociedad actual como una afrenta a la dignidad del adversario político”, dicen los magistrados. Aplican la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Constitucional que, en los casos de personas que se dedican a la vida pública, superponen la libertad de expresión ante el derecho al honor.
¿Crispación o pocos recursos dialécticos?
Los magistrados dicen que se descarta "que la calificación de mentiroso al adversario político en el seno de los debates políticos, especialmente cuando tienen por objeto alguna moción, y dentro de las instituciones, pueda ser atentatorio al derecho al honor”. Desde luego se ve todos los días en los debates políticos en diferentes instituciones. Quizá más desde que la crispación ha vuelto al enfrentamiento político o los que lo protagonizan tienen menos recursos expresivos. El vídeo tiene una buena muestra de lo que se escucha en los salones de plenos y hemiciclos de los parlamentos.