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Al arquitecto que diseñó la cárcel de Brieva le costó cuatro años hacer los plano y ahora, casi tres décadas más tarde, desempolva los planos.
De las 150 celdas que él inicialmente diseñó hay una en la que Iñaki Urdangarin ha pasado su primera noche. "Es un apartamento con una zona donde dormir, una sala de estar, otra para cocinar y una zona de pasear", explica el arquitecto.
Esos patios los diseñó para dar luz a los espacios, por definición, tristes. "Mi idea era desdramatizar las cárceles. Ya tenían suficiente (los presos) con estar ahí, así que hice una cárcel luminosa, llena de colores".
En los más de 43.000 metros cuadrados de parcela decidió incorporar muchas comodidades como una sala de actos, sala de deporte o un comedor. Espacios, eso sí, que Urdangarin no podrá disfrutar al haber optado por aislarse completamente. Una decisión desacertada, según el arquitecto, "se hundirá en la tristeza al estar solo".