Coronavirus
Llega la primavera y los esquiladores de las ovejas regresan al trabajo. Hay que rapar a las ovejas para que puedan afrontar los meses de calor. Es una tarea que habitualmente desempeñan hombres llegados, mayoritariamente, desde Polonia; pero la actual situación ha cambiado la nacionalidad de los trabajadores. Son los de casa, trasquiladores gallegos.
Los rapadores de la montaña de Lugo se ocupan ahora de liberar de la lana hasta un máximo de 1.000 ovejas diarias. La media se sitúa en 25 cabezas por hora y la tarifa se establece en 1.50 por cada animal. “Tenemos mucho trabajo atrasado, a causa de la pandemia de coronavirus, y ahora cada minuto cuenta para nosotros”, confirma Atilano Borrás, esquilador.
“Es como un día de fiesta, nos reunimos en grupos de 5 ó 6 y trabajamos juntos. Eso sí, sin descanso”, asegura otro de ellos mientras no pierde un segundo en emplearse a fondo con el animal que tiene entre manos.
Una labor tradicional
Un oficio que reivindican como tradicional y propia, que buscan poner en valor y que han recuperado “para quedarse en manos gallegas”. Raquel se ocupa del traslado de las ovejas y asegura que este año “han pasado ya mucho calor debido a las altas temperaturas de este mes pasado y a que la campaña se ha retrasado, por eso no podemos frenar”.
Este proceso requiere de destreza, mucha fuerza y precisión. Una labor que ahora, en la desescalada del confinamiento por coronavirus, también lleva el sello de Galicia.