Sánchez-Torra
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se desplaza hasta Barcelona para reunirse con Quim Torra en el Palau de la Generalitat, una cita a la que acude sin grandes pretensiones y que el éxito sea su propia celebración. Sin propuesta nueva, el Ejecutivo acude a esta cita para mostrar su voluntad de diálogo y su compromiso de poner en marcha la mesa de diálogo bilateral acordada con ERC. Esa mesa, de la que quedan pendientes flecos importantes como el formato, los integrantes y el calendario, es en la que se debatirán las opciones para encarrillar el conflicto político en Cataluña. El presidente acude para “escuchar” a Torra y, según el planteamiento que tenga éste -si va como Govern o dirigente de Junts- marcará el transcurso del encuentro. De hecho, fuentes de La Moncloa señalan que ya sería "un éxito en sí mismo la propia reunión si ésta transcurre de manera razonable”.
Hablar de los asuntos de los ciudadanos
A este respecto, si Torra actúa como el Govern en su conjunto y, por tanto, representa también a su socio, ERC, ambos presidentes podrán dar un impulso a la mesa de diálogo. Siempre que se cuente con el beneplácito de ERC, que es la que firmó el acuerdo de investidura con el PSOE. Fuentes consultadas aseguran que Sánchez va con la mejor de las intenciones para que, además del trasfondo político, se pueda hablar de las cuestiones que tienen impacto directo en la sociedad como las infraestructuras o los presupuestos. El fin con el que trabaja el Ejecutivo para este encuentro, en el momento en el que se produce y con el horizonte electoral, se ciñe a la reactivación de la normalidad institucional que permita poner en marcha cauces de diálogo. De esta manera el Gobierno rebaja expectativas sobre la cita, enmarcada en un momento en el que Cataluña ya juega sobre el calendario electoral después de que Torra anunciase elecciones -sin fecha concreta- tras la aprobación de presupuestos.
Dudas sobre la actitud de Torra
Pese a los contactos con el gabinete de Torra y con el govern catalán, en La Moncloa se extiende la duda sobre la actitud que tendrá el presidente de Cataluña y si se adentra a hablar de los problemas y soluciones para la ciudadanía o se centra en la autodeterminación. En el caso de que sólo busque cualquier intento de complicidad de Sánchez sobre la autoderminación o el ´procès´ independentista, en La Moncloa ya tiene claro que el presidente le explicará “una vez más” que por ahí no va a conseguir “nada” y que no se adentran a negociar esa cuestión en este formato. Así las cosas, la que sería la tercera reunión de Sánchez y Torra, la segunda en Barcelona, se consideraría ya un éxito sólo si transcurre por la senda de lo razonable. Sánchez y Torra ya evidenciaron un acercamiento en la primera reunión entre ambos en julio de 2018 cuando, tras su llegada La Moncloa, el líder socialista convocó uno a uno a todos los presidentes autonómicos. Con el presidente catalán existió la distinción de que los dos pasearon por los jardines de Moncloa llegando incluso a que Sánchez mostrara a Torra la fuente en la que el poeta Antonio Machado se citaba con su amante Guiomar. La relación entre La Moncloa y el Palau fue en aumento hasta la celebración en el Palacio de Pedralbes (Barcelona) el 20 de diciembre de la reunión que marcó el punto de inflexión entre ambas partes. Con las elecciones de 2019 de por medio, la sentencia del procès y la investidura de Sánchez apoyada por ERC y no por Junts, la reunión en el Palau supone casi una nueva vuelta a la casilla de salida en la reunión entre Sánchez y Torra, aunque uno acaba de revalidarse en el cargo y el otro tiene su futuro en el aire –además de judicialmente- por una convocatoria electoral a la que no ha confirmado si se presentará