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Escisiones, abandonos y purgas: los caídos de Podemos en casi una década

Del grupo inicial que fundó Podemos como un movimiento político, luego reconvertido en partido, prácticamente ninguna de las figuras clave sigue dentro de la formación. Ahora la pugna interna con Yolanda Díaz, la ministra mejor valorada del Gobierno, amenaza con romper la delicada paz de los últimos años.

Pablo IglesiasEFE

Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Rita Maestre, Jorge Moruno, Pablo Bustinduy, Tania Sánchez, Carlos Jiménez Villarejo, Meri Pita, Gloria Elizo, la corriente Anticapitalistas (con Miguel Urbán, Teresa Rodríguez, Kichi, Lorena Ruiz-Huerta)... Es habitual que determinados personajes clave en los partidos, y fundamentales en su creación y desarrollo, vayan abandonado la primera fila. En este caso, la lista de nombres propios que formaban parte de Podemos y que ya se han alejado es amplia, teniendo en cuenta que nació en 2014. Poco tiempo, muchas bajas. Porque ese punto de origen, como un movimiento político al calor del 15M y reconvertido en partido, acumula luces y sombras y en él sobresale un nombre propio, Pablo Iglesias, que sigue marcando el discurso y el ritmo interno.

No queda prácticamente nada de la primera Asamblea y la primera fotografía de Vistalegre I, en la que Carolina Bescansa, Luis Alegre, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y Pablo Iglesias se abrazan frente a las cámaras. Los cofundadores se han marchado, han salido por voluntad propia o han terminado olvidados por purgas internas. Desde entonces, en apenas unos años, el giro político del partido, su evolución, las marchas voluntarias y los desalojos forzosos han puesto fin al Podemos original. En definitiva, ruptura interna, escisiones (como Más País) pero también malos resultados en las urnas que han afectado al partido a nivel autonómico, prácticamente desaparecido, aunque con un triunfo fundamental: la entrada en el Gobierno de coalición.

Vistalegre II: punto y aparte

La expulsión de los sectores críticos de Podemos, luego Unidos Podemos, actualmente Unidas Podemos, ha sido progresiva y paralela al deterioro de la formación en las urnas. La entrada en gobiernos locales y autonómicos y su posterior salida aceleró el choque interno, dejando atrás a referentes políticos; muchos decidieron abandonar la primera línea por voluntad propia, no sólo por diferencias en los discursos sino también porque no había unanimidad en la dirección política. Vistalegre II marcó un punto y aparte en la relación entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, a pesar de las peticiones de unidad por parte de los militantes. La hubo... Pero sólo temporalmente.

El documento que Carolina Bescansa envió por error en un canal de Telegram, en el que se detallaba un plan para derrocar a Iglesias y crear una candidatura alternativa, hizo explotar el partido. La entrada en escena de Manuela Carmena, a la que Errejón apoyó pero Iglesias no, y los intentos por calmar las aguas, con Errejón como candidato electoral en Madrid, no evitaron el desenlace definitivo: la salida del cofundador y de todos sus apoyos, dejando Podemos de forma progresiva en manos de Iglesias y sus apoyos. Sólo quedaba un grupo con voz propia, la corriente de Anticapitalistas, y en 2020 terminó abandonado la formación.

El reto de Sumar y Yolanda Díaz

Ahora la pugna interna con Yolanda Díaz, a la que Iglesias aupó como ministra y luego nombró vicepresidenta, amenaza con quebrar la delicada paz interna que existía en Podemos. La salida del Gobierno de algunos de sus apoyos, como el exsecretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique Santiago, y el distanciamiento evidente con la dirección del partido, con Díaz renunciando a participar en actos clave de Podemos, son sólo dos ejemplos de que la tormenta está lejos de escampar. El proyecto político de la vicepresidenta segunda, Sumar, y las sospechas de que tiene intención de ir por libre en 2023, cuando se convocarán elecciones generales, ha multiplicado los ataques internos y ha dejado todo en 'stand by', a la espera de novedades. ¿Será Yolanda Díaz la siguiente en abandonar Podemos, de forma voluntaria o a la fuerza?

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