Elecciones generales 2019
Albert Rivera ha cerrado una campaña electoral centrada en remontar unas pésimas encuestas que colocan a Ciudadanos en la situación más complicada desde que dio el salto nacional en 2015 al situarles en quinta posición, por detrás de Vox. Incluso lo hacen las encuestas que maneja el propio partido, que apuntan a un 10,8 % en intención de voto, lo que supone una veintena de escaños, un gran fracaso si se compara con los resultados del 28-A (15,8 % de los votos y 57 diputados). En el mitin de cierre de la campaña en Barcelona, dijo que “lo realmente patriótico” en las elecciones generales del domingo es votar a su partido, ya que "quiere unir a los españoles” y no dividirlos ni sembrar el odio.
Buscando dos puntos más de votos
Tras constatar que no hay signos de remontada después del debate a cinco, ahora todas las esperanzas del partido naranja están puestas en la movilización de su electorado puesto que, según el CIS preelectoral, hay cerca de un 20 % de indecisos. Y por eso en esta campaña se han agarrado constantemente al ejemplo de Andalucía, que en las autonómicas de diciembre de 2018, contra todo pronóstico, consiguieron gobernar con el PP y la ayuda de Vox, desbancando a los socialistas después de 37 años en el poder. Un ejemplo que utilizan para superar el desencanto que se ha apoderado de parte de su electorado insistiendo en el mensaje de que con dos puntos más en porcentaje de voto lograrían una veintena extra de escaños, lo que les permitiría desalojar a Pedro Sánchez y arrancar la legislatura.
Ahora, desbloquear
La otra gran idea que Rivera ha abanderado durante los ocho días ha sido la de presentarse como una pieza que puede ser decisiva para desbloquear la legislatura poniendo en valor no tanto el número de escaños que pueda conseguir como la utilidad que puedan tener. En su caso, se ha comprometido a que sean los que sean, los utilizará, si es posible, para formar gobierno con el PP, pero si la aritmética es imposible, se ha comprometido a facilitar el Gobierno de Sánchez con un gran acuerdo a tres (PSOE, PP y Cs) y siempre que se cumpla un decálogo de reformas que ve necesarias para el país. Este giro se produce después de que Rivera decidiera levantar el veto al candidato socialista, con el que concurrió a las elecciones del 28-A y en las que el PSOE y Cs sumaron 180 escaños. Si bien Sánchez apostó por negociar con Podemos, el líder naranja tampoco dio ningún paso para intentar llegar a algún entendimiento con los socialistas, una decisión que, por otro lado, abrió una crisis sin precedentes en el partido con la salida de dirigentes de peso como Toni Roldán o Francisco de la Torre. De hecho, hay dirigentes que reconocen que el distanciamiento que detectan en su electorado obedece más a un castigo por situarse a la derecha y abandonar su espacio original más centrado que al hastío general del votante que afronta sus cuartas elecciones generales en cuatro años.
Entre Cataluña y Andalucía
Otra de las cuestiones que ha marcado la campaña naranja y también la del resto de partidos ha sido la crisis catalana avivada por la sentencia del 'procés', una situación de la que han hecho batalla por ser clave en su proyecto político. Aparte de otras consideraciones, las mismas fuentes han apuntado que "no les va mal" para su estrategia. Precisamente, ha sido Cataluña donde se han concentrado la mayor parte de los esfuerzos de la "remontada" que espera Rivera, ya que en las elecciones de abril obtuvieron 5 escaños (obtendrían 2 el domingo según el CIS). Andalucía, que empujó las pasadas elecciones con 11 diputados, ha sido la otra comunidad donde más esfuerzos ha puesto la caravana naranja (este mismo sondeo les concede entre 8 y 9), un territorio que se ha convertido en el principal feudo de Ciudadanos.