TRAS DEJAR EL GRUPO POPULAR
Seguirá yendo al pleno. Porque hay una cosa que está clara: a Rita Barberá nadie la va desalojar de su escaño. Ella y sólo ella tiene poder sobre su destino en el Senado.
No es un privilegio, es lo mismo que pasa con todos los diputados y senadores de nuestro país. Mientras dura la legislatura, ellos son los amos y señores de su sillón.
Además, existe una razón de peso por la que la ex alcaldesa de Valencia se niega a dejar su lugar en la cámara alta. Mientras siga allí, mantendrá su condición de aforada. Y eso significa que la juzgará el tribunal teóricamente más preparado del España: el Supremo.
Eso es una garantía en sí misma. Pero significa además otra cosa: que Barberá evitará ir a los juzgados ordinarios de Valencia.
Por allí desfilan cada poco los colaboradores de la ex alcaldesa que supuestamente participaron en su trama de blanqueo. Y mientras siga siendo aforada, se va ahorrar enfrentarse a ellos en los tribunales.
Claro que esa cara también tiene una cruz. Quedándose fuera del PP, Barberá se va al grupo mixto. O sea, que se acabó la primera fila. Y se acabaron también las calurosas bienvenidas de sus compañeros. Ahora va a tener que buscarse un nuevo sitio, junto a los representantes, por ejemplo, de Bildu o Compromís.