Reforma del reglamento
La cámara baja avisa de que las interpretaciones de los traductores durante los plenos “no constituye en ningún caso una grabación autentificada”.
El Congreso de los Diputados permite desde esta semana el uso del catalán, el gallego, el euskera u cualquier otra lengua oficial del Estado durante los debates. Para garantizar que todos los diputados se entiendan, la cámara ha montado en tiempo récord un sistema de traducción temporal de hasta 12 intérpretes.
Algunos de esos traductores se han estrenado en la cámara baja este martes. Pero el Parlamento advierte ahora de que no se responsabiliza de sus interpretaciones. A través de la web oficial del Congreso, ha difundido una “cláusula” en la que se desentiende de cualquier traducción errónea.
La cámara aclara que las traducciones no constituyen “en ningún caso una grabación autentificada de los debates”. El Parlamento solamente se responsabiliza de la difusión de los discursos originales que realicen los diputados.
La interpretaciones al castellano de las diferentes lenguas cooficiales solo tendrán valor una vez sean revisadas por la institución.
Reiteran que “la interpretación simultánea” de los plenos y debates ayudan únicamente a “facilitar la comunicación entre los participantes en la reunión y no constituye en ningún caso un registro autentificado de los debates”.
“En caso de diferencia entre la interpretación simultánea y el discurso original (o la traducción escrita revisada del mismo), prevalecerá el discurso original (o su traducción escrita revisada)”, confluye el aviso difundido por el Congreso.
En la sesión de este martes en el Congreso de los Diputados se vivieron varios momentos tensos a cuenta de este cambio en el Reglamento. En primer lugar, el PP, por boca de Cuca Gamarra, expresó su disconformidad porque el uso de las lenguas cooficiales empezara a aplicarse antes de que se votara y se aprobara.
Después, el primer diputado que habló en una lengua distinta al castellano fue José Ramón Besteiro del PSOE, que lo hizo en gallego. En ese momento los diputados de Vox, con Santiago Abascal a la cabeza, se levantaron de sus asientos y abandonaron el Hemiciclo, dejando sobre el escaño de Pedro Sánchez los 33 pinganillos de su grupo.
También fue llamativa la intervención de Borja Sémper. Pese a haber dicho en los días previos que no haría "el canelo", sí pronunció varias palabras en euskera. Un día después, en el programa 'Más de Uno' de Onda Cero, explicó que lo hizo para reivindicar "que las lenguas cooficiales no son patrimonio de los nacionalistas".