JUEZ INSTRUCTOR DEL CASO NÓOS
José Castro ha entrado en la historia judicial española. El magistrado cordobés, de 67 años, sienta en el banquillo a un miembro de la Casa Real. Sobre su mesa, la instrucción más delicada de su trayectoria como juez, la del caso Nóos. Son ya 37 años de carrera judicial, en la que ingresó sin opositar, a través del cuarto turno, por la vía del concurso de méritos.
Dejó atrás destinos como Dos Hermanas, Arrecife o Sabadell para recalar en 1985 en Baleares, comunidad ajena entonces a la corrupción en la que imaginó que habría tiempo para las aficiones, motos, bicicleta y fútbol.
Pero se acumularon los escándalos políticos y en 23 años como titular del juzgado de instrucción número 3 de Palma Castro, a golpe de autos y sentencias de alcance, fue consolidando su perfil de juez implacable. Salió del anonimato con el caso Calviá al condenar por cohecho a dos miembros del PP.
La notoriedad le llegó con el caso Palma Arena, al imponer a Jaume Matas una de las fianzas más elevadas de la historia, 3 millones de euros. Escasa si se compara con los 8 millones que ha dictado para Urdangarín y para su exsocio Torres en el caso Nóos. Para unos valeroso, para otros temerario, el magistrado deja ahora patente su máxima de que ante la Justicia no hay distinciones.