DECLARACIONES DE UNA DE LAS MADRES
Miguel Ricart, el único condenado por el triple crimen de Alcàsser, salió el viernes de la prisión de Herrera de La Mancha, en Ciudad Real, con la cabeza cubierta con un pasamontañas y vestido con una sudadera blanca, ha abandonado en un taxi el presidio, donde nadie le esperaba en la puerta.
Ricart se dirigiió a una estación de tren donde ante la insistencia de un periodista de Espejo Público declaró que "soy un cabeza de turco, lo que le hicieron a esas niñas fue una barbaridad".
Rosa Folch, madre de Desireé: "He sentido mucha rabia, esto es una persona sin alma, sin sentimientos y que no tiene nada. Han hecho lo que han hecho y no se acuerdan de nada".
Los vecinos del pueblo aseguran que no le reconocerían si le vieran por la calle, aunque reconoce que si le vieran en un bar seguramente habría problemas.
20 años después Alcásser no ha perdonando el triple crimen. "Lo que está pasando es vergonzoso", declaraba una vecina. Indignación, rechazo y condena son las tres palabras que resumen lo que hoy siente un pueblo marcado por el crimen más macabro de la historia reciente en España.