Opinión
El director de las Noticias de la Mañana reflexiona sobre las razones de Pedro Sánchez para adelantar las elecciones generales y el efecto que esta decisión puede tener en la calle: "Este verano de urnas es, de nuevo, la confirmación de lo lejos que está la política de los verdaderos intereses del ciudadano".
¿Qué hago el 23 de julio? ¿Es la gran pregunta, verdad? ¿Mar, montaña o...urnas? Vaya dilema. La gran fiesta de la democracia se ha convertido en el gran (me lo van a permitir pero ¿a qué lo pensamos casi todos?) marrón del ciudadano de a pie.
Toca votar en el corazón de las vacaciones de verano. Lo nunca visto. Lo que nunca ha pasado. Uno intenta ser empático y ponerse en el lugar del otro para entenderlo.
Empecemos por el actor principal de esta historia. Pedro Sánchez tiene el poder y tiene sus razones para poner patas arriba la vida de todos. La fundamental: evitar arder en la barbacoa, como diría Page, encendida desde dentro de su propio partido.
Uno también entiende que el PP está tan contento porque, tal y como pinta la cosa, antes llegará al poder. La ola azul se ha iniciado en las municipales y autonómicas y parece preparada para llegar a su cresta este 23 de julio.
Pero... ¿y nosotros? Pues nosotros a votar por correo y a rezar cuando veamos cerca de casa una moto amarilla con un señor o una señora con un casco del mismo color. Pobres carteros, menudo papelón. Porque como te toque mesa...CUIDADO, mala cosa con mala solución.
Fíjense, fuera de concienzudos y sesudos análisis políticos, lo que nos deja este adelanto electoral, este verano de urnas, es, de nuevo, la sensación, LA CONFIRMACIÓN de lo lejos que está la política de los verdaderos intereses del ciudadano.
En este caso, ese interés no es otro que irse tan tranquilo a disfrutar de unas merecidas vacaciones. Y son muchos los que este verano no lo van a poder hacer.