Olas de calor
Este 2023 se ha registrado la temperatura más alta en los océanos. Se pronostica que la intensidad, frecuencia y duración de las olas de calor marinas continúen aumentado a lo largo del siglo. En la investigación participa el Museo nacional de Ciencias Naturales (MNCN).
Al igual que hay olas de calor en el ambiente con una elevación de la temperatura del aire, hay olas de calor en el mar. Son conocidas como olas de calor marinas y hacen referencia a un período de al menos cinco días, con picos en la temperatura del agua. Ahora, una investigación publicada por la revista científica Nature Climate Change, revela que estas olas de calor son más largas cuanta más profundidad hay en el mar.
Donde más intensidad tienen las olas de calor marinas es en la subsuperficie del agua. La subsuperficie es la capa que está entre los 50 metros y los 250 metros de profundidad. El aumento de la temperatura en el mar podría tener efectos directos en el en la flora y en la fauna. Además, también podría afectar negativamente a los recursos que los humanos extraen de él.
Por el momento, se ha comprobado que las olas de calor marinas solo han afectado a la superficie de las aguas. Sin embargo, otras observaciones más localizadas revelan que pueden provocar un calentamiento de las capas subsuperficiales. El calentamiento de estas aguas podría tener una duración de hasta 2 años respecto al calentamiento de la superficie.
Entre las zonas más expuestas a sufrir los efectos de estas olas de calor están grandes partes de los océanos Índico y Atlántico Norte, explican los expertos. Estas zonas coinciden con áreas donde las especies son más sensibles al estrés térmico.
Ya se han visto algunos de los efectos del calor en las aguas, como el aumento de las medusas en algunas regiones del mundo. Este es uno de los efectos que se pueden detectar con mayor facilidad, asegura el investigador del MNCN, Miguel Bastos Araújo.
Los cambios que han analizado, y que abarcan las olas de calor desde el 1993 hasta el 2019, confirma que posiblemente provocarán una redistribución de las especies marinas, incidiendo especialmente hasta los 250 metros de profundidad. Una redistribución que también está condicionada por la falta de oxígeno o las zonas con escasez de especies, entre otras cuestiones.
"Lo que es evidente es que estos eventos tienen el potencial de cambiar los patrones de la biodiversidad global con consecuencias impredecibles", alerta Araújo.