Esmirna, Turquia
Utilizados en muchas cocinas del mundo, los tomates secos llegan a la mesa después de un duro viaje. En Esmirna, Turquía, se pueden ver grandes llanuras completamente repletas de tomates secos. Los trabajadores comienzan cortando con gran habilidad y rapidez los tomates uno a uno y los colocan sobre una manta blanca.
Después, los rocían con azufre o sal y gracias al sol, la humedad y el tiempo se secan en apenas una semana. Aproximadamente son necesarios 15 kilos de tomates frescos para conseguir uno que sea eco. Sin embargo, el resultado que se obtiene es uno de los más cotizados en la gastronomía mediterránea.
La ciudad de Esmirna es la principal productora de este tomate. Además, lo exportan a más de 60 países, entre los que se encuentran España, Italia y Estados Unidos. Por su parte, en el proceso pueden llegar a perder casi el 90% de su peso inicial, pero la disminución del volumen hace que se intensifique su sabor.
Este alimento es muy habitual en la cocina mediterránea y se puede encontrar en salsas, como ingrediente para ensaladas, como guarnición de carnes asadas o como tapa en algunas cocinas. También se puede encontrar como ingrediente en las pizzas, sobre todo en las italianas. Asimismo, es muy común encontrar tomates secos en las conocidas focaccias.