ENTREVISTA A VARIOS MEDIOS EUROPEOS
El presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, reconoce que durante la madrugada del pasado lunes, cuando ya la cumbre de la eurozona llevaba muchas horas de negociación, hubo una posibilidad real de que Grecia abandonara el euro.
En una entrevista con varios diarios europeos Tusk afirma que "el riesgo estuvo muy cerca. Hacia las 07.00 de la mañana pensé que el 'Grexit' era lo más probable, posible".
"Había fatiga, cansancio, irritación. Ambos (la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras) eran sinceros, pensaban que habían ido demasiado lejos, se enrocan. Era por muy poco, apenas 2.500 millones de euros de dinero virtual del fondo de privatizaciones. Avisé de que si no había entendimiento, saldría a decir al público que fracasó por diferencias de apenas 2.500 millones".
La situación se recondujo y Tusk cree que al final el resultado fue muy equilibrado: "¿Por qué algunos políticos, intelectuales o periodistas dicen, en Grecia y en Bruselas, París o hasta Berlín, que ha habido humillación y que Tsipras es el perdedor? Es absurdo".
Según Tusk, "el primer ministro Tsipras negoció un programa de ayuda de 80.000 millones de euros para su país. Y con condiciones bastante suaves, de hecho. No sólo financieras, sino políticas". El presidente del Consejo Europeo reconoce que el referéndum que convocó el Gobierno griego enturbió el ambiente entre los socios de la eurozona.
"Tras el referéndum la irritación era tangible. La posición de Tsipras era mucho más débil después del referéndum. Quizás no en Atenas, pero sí aquí", explica. Dusk, que reconoce el papel de Hollande durante la negociación "por ayudar a controlar la parte emocional", también cree que la personalidad del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, planeó durante el Consejo Europeo.
"El pensamiento representado por Schäuble, pero no solo por él, de que es posible controlar un Grexit, intelectualmente es legítimo. Pero estoy totalmente seguro de que para (Angela) Merkel la postura de su ministro era una herramienta útil de negociación, no su objetivo político".
"Para todos los líderes, todos, el objetivo era evitar el Grexit", admite Tusk, quien reconoce también que Alemania no fue el país más duro de la negociación, papel que correspondió a los bálticos y otros países pequeños.
"A las 23.00 horas estaba claro que Alemania no era el país más duro en la mesa. Merkel estaba lista para un compromiso pero algunos países tenían miedo de que fuera inaceptable para ellos o sus parlamentos".