Opinión
Susanna Griso considera que la crisis energética puede suponer una oportunidad para aquellas empresas que se dedican a los productos de abrigo y térmicos.
Toda crisis entraña una oportunidad. Muchas comunidades de vecinos se plantean poner el termostato a 18 grados, dado que la factura se está disparando. Y eso, en pleno invierno, nos va a obligar a abrigarnos. Se acabó lo de pasearse con camiseta o eso de abrir la ventana porque la calefacción central nos ahoga.
¿Cuál es la consecuencia inmediata? Pues que la demanda de productos térmicos y de abrigo ha aumentado un 47%. También se disparan las búsquedas de bolsas de agua caliente, cojines térmicos y gorros de invierno. Y cuando la demanda sube, también suben los precios. Los edredones cuestan un 33 por ciento más.
Me decía ayer la directora de una conocida aplicación dedicada al tricotar que esperan un récord de ventas. Es curioso porque en primavera pasó todo lo contrario. Tocaron fondo porque, tras 7 olas de covid todo el mundo huyó despavorido a las terrazas. Es otro barómetro de la economía que se mide en puntos: los de tricotar.