Sequía
La sequía arrasa los cultivos de cereal de secano. En la mitad sur y el centro de la península, la producción de trigo y cebada se da prácticamente por perdida. Se calculan pérdidas de mas de 3,5 millones de hectáreas.
Paco Redondo lleva cuatro meses mirando al cielo, esperando una lluvia que no llega. Hoy tampoco es el día. Y su cultivo de cebada no sólo no crece por la falta de agua, si no que además, debido al calor que está haciendo esta primavera, ha espigado mucho antes de tiempo, adelantándose más de un mes. La planta aún no tenía fuerza, por tanto las espigas son pequeñas y sin apenas grano.
"Espigas minúsculas, con ocho o diez granos algunas, otras ni eso. Aquí, por ejemplo, no hay nada. Consigo sacar un grano y no va a valer, va a ser paja, va a tener muy poca harina", dice arrancando de la tierra una espiga de cebada que, de tan pequeña como es, "no parece ni espiga".
"Esto tendría que estar poblado, espeso, y con una altura tremenda, al menos el doble de lo que es ahora. Pero ahora aquí, como solemos decir, se ven hasta las lagartijas", ejemplifica, mostrando unos tallos raquíticos y muy espaciados entre sí.
Por eso, asegura que este próximo verano las cosechadoras apenas recogerán nada. "Una máquina, a esta poca altura, cogería de lo poco que echan, la mitad. Y eso supondría un gasto mayor que el valor que iba a tener el poco grano que saliera", lamenta.
Más de la mitad del cereal se da por perdido
La situación en la que se encuentra la cebada de Paco, en el municipio de Mora (Toledo), no es un hecho aislado. La sequía asfixia al 60% del campo español, según el último informe de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Los cultivos más amenazados son los de cereal de secano, es decir, trigo y cebada. Se estiman pérdidas en más de 3,5 millones de hectáreas.
Lo advierten también muchos expertos. Se habla de daños irreversibles, porque "aunque ahora llueva a mares, la cosecha ya está perdida. Después de espigar, una cebada ya no crece más", explica Paco con tristeza. "No ha caído casi ni una gota estos meses, la última esperanza era el agua de marzo". Que llueva en invierno y principios de primavera es clave para la correcta formación del cereal.
Por eso, en regiones como Andalucía, Extremadura, Murcia o Castilla-La Mancha (donde ha tenido lugar el mes de marzo más seco en lo que va de siglo, según AEMET), la cosecha se da prácticamente por perdida. En otras zonas como Aragón, Cataluña o Castilla y León, si llueve en los próximos quince días, el cereal aún puede salvarse.
Sin previsión de lluvias
La sequía es un problema generalizado porque, en lo que va de año hidrológico (desde septiembre hasta el momento actual), ha llovido un 18,8% menos que el valor medio de precipitaciones, que se contabiliza entre los años 1991 y 2020. La previsión para las próximas semanas es que siga predominando la situación anticiclónica. Por tanto, el campo tendrá que seguir resistiendo como pueda (si es que puede).
Más gastos que acaban en pérdidas
Abonos, fitosanitarios, maquinaria... Los costes de producción se han elevado en el último año, y para los agricultores suponen una fuerte inversión durante el periodo de siembra, que posteriormente no se revierte en beneficios. "Últimamente vamos a pérdidas, eso no hay duda. Y si no cogemos nada, ya son pérdidas al 100%", lamenta Paco. Elaño pasado la cosecha de cereal también se vio mermada por las altas temperaturas que se dieron en el mes de mayo.
"Recortando gastos, este año se ha podido sembrar por unos 700-750€ la hectárea", detalla Daniel Trenado, agricultor y consultor agrícola. Eso significa que "se necesita recoger 3.000 kg para no perder dinero". Para esta temporada se estima que, quienes puedan cosechar, tan solo recogerán cerca de 1.500 kg, como mucho.
Cultivos leñosos, problemas en la brotación
Los cultivos leñosos, como almendros o viñedos de secano, ya están experimentando problemas en la brotación. En los olivares, la situación puede complicarse si no hay precipitaciones en las próximas semanas. En puertas de la floración, el árbol necesita agua para que coger fuerza y que llegue a cuajar la aceituna.
"Como no llegue a llover de aquí a quince días, se puede decir que la cuaja del olivar va a ser malísima", vaticina Redondo. Sería el tercer año consecutivo de mala cosecha. El pasado también se vio mermada por las olas de calor que hubo en el mes de mayo. Y el anterior, por el fuerte temporal Filomena.
En el caso de los almendros, los árboles ya han tirado parte del fruto también por falta de fuerza. Pero además, si no llueve, "la pepita, lo de dentro, se queda muy arrugada". En las viñas ya asoman los racimos. "Mucho más pequeños, sin fuerza, e incluso hay otros que no pueden brotar", apunta Paco señalando una de sus vides.
La ganadería, la otra gran perjudicada
La ganadería extensiva es la otra gran perjudicada por la sequía. Si no llueve, no hay pastos para poder alimentar a los animales, lo que obliga a los ganaderos a estabular a los animales y a recurrir a la compra de pienso y forraje para mantenerlos.
La cuestión no es sólo que ahora, en estos meses, no haya pastos; es que en verano, según las previsiones, tampoco habrá cebada. Y la poca que habrá, se venderá más cara, lo que repercutirá directamente en los costes del sector ganadero. Y por tanto, en los alimentos que se produzcan. "Imaginad lo que va a suponer para la ganadería española, este año, con estos cereales. Todo se va a encarecer", sentencia Paco.
Decía Miguel Delibes: "si el cielo de Castilla es alto, es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo". El cielo de Castilla, y el de cada vez más lugares de España, recibe las miradas de miles de agricultores y ganaderos que esperan la lluvia, ahora más que nunca, como agua de mayo. Aunque sea en abril.