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¿Recesión económica en 2023? Las principales amenazas que lastran el crecimiento global

Los analistas lo avisan: la guerra de Ucrania, la inflación, el precio de la luz y la crisis que aún arrastramos por la pandemia del coronavirus lastrarán el crecimiento económico global el próximo año.

Los analistas han advertido que el panorama que nos vamos a encontrar después del verano será el de una parálisis del crecimiento económico. De hecho, en Estados Unidos ya dan por hecho que el próximo año habrá una disminución de la actividad económica en el país, y grandes bancos mundiales han vaticinado un 50% de probabilidades de que se produzca una contracción económica a nivel global.

¿Recesión en 2023?

A mediados de marzo, Luis de Guindos, dibujó un escenario en el que la Unión Europea no corría el riesgo de entrar en un proceso de recesión. "Yo no diría tanto, lógicamente la invasión de Ucrania y la guerra posterior son muy malas noticias desde el punto de vista económico", explicó el vicepresidente del Banco Central Europeo.

Sin embargo, estas previsiones distan mucho del futuro, más inmediato, que esbozan los analistas en los mercados financieros y que parece verse empañado por una desbocada subida de precios. En este contexto, cabe destacar que los bancos centrales se han visto obligados asubir los tipos de interés para tratar de contener la escalada.

Lo hizo la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) a mediados de este mes con un incremento oficial de 0,75 puntos, el mayor llevado a cabo en 28 años. También el Banco Central Europeo (BCE), que recientemente anunció el alza de los tipos de interés de un 0,25% a partir de julio, convirtiéndose así en la primera subida en 11 años.

El escenario que más temen es el de la disminución continuada del PIB durante los próximos meses, una recesión económica. En este contexto, la prolongación de la invasión rusa en Ucrania y la adopción de nuevos paquetes de sanciones pueden agudizar el alza de precios y dañar todavía más el crecimiento en la zona euro. A esto se suma que si Moscú decide cerrar el grifo del gas, Europa puede verse abocada incluso a un invierno gélido.

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