Gastos
Los gastos hormiga, vampiro o fantasma pueden llegar a perjudicar a la hora de ahorrar en la economía personal o familiar. Así pueden identificarse y evitarse.
Existen varios tipos de gastos, que pueden resultar perjudiciales para las finanzas personales. A los conocidos gastos hormiga se les suman otras dos modalidades de gastos silenciosos: los gastos vampiro y los gastos fantasma.
Son gastos que parecen inofensivos, pero que en un tiempo prolongado pueden llegar a destacar frente a otros más importantes. Este tipo de gastos dificultan la tarea de ahorrar en la economía familiar y personal.
¿Qué son los gastos vampiro?
Los gastos vampiro son gastos inesperados porque no están considerados en el presupuesto, a pesar de ser fijos. Este tipo de gasto tiene un impacto mayor en comparación con los gastos hormiga o los fantasma. Suelen estar relacionados con el agua, la luz o el teléfono. Algunos de ellos son:
Para poder evitar este tipo de gasto, se recomienda revisar las instalaciones de gas o luz en la vivienda, así como de cualquier electrodoméstico o en el vehículo. También elaborar un presupuesto que permita conocer qué gastos hay en realidad y cómo poder cambiar los hábitos.
¿Qué son los gastos fantasma?
Los gastos fantasma son aquellos en los que incurrimos sin darnos cuenta y que terminan afectando en nuestra economía mensual. Suelen estar relacionados con suscripciones o las típicas compras de 'por si acaso'. Algunos de ellos son:
Para evitar este tipo de gasto, se recomienda preguntarse si son esenciales y cancelar aquellos que no son necesarios.
¿Cómo conseguir ahorrar?
Una vez conseguimos localizar este tipo de gastos en nuestra economía, una opción es elaborar un presupuesto y dividirlo en gastos fijos y en gastos variables para conocer qué gastaremos. Los gastos fijos son aquellos que se registran cada mes y que son necesarios en tu día a día, como el alquiler o la factura de la luz. Los gastos variables son aquellos que cambian de un mes a otro, como el entretenimiento, regalos o el combustible.
Después de diferenciarlos, existen numerosas reglas que facilitan el objetivo: ahorrar. Un ejemplo es la regla 50/20/30 o el reto de las 52 semanas.