LAS CAUSAS DE SU RUINA
Las autopistas de peaje quebradas nacen hace 20 años en el BOE, donde se decía que eran obras urgentes y de excepcional interés público.
Se pensaba que con más carreteras habría más crecimiento económico, pero los estudios de viabilidad estaban fuera de la realidad, especialmente en las que rodean Madrid.
Se dijo que por la R3 y la R5 circularían cada día 70.000 vehículos, diez veces más de los que realmente han pagado el peaje. Una desviación similar a la que registran el resto de autopistas.
El otro gran error fue la valoración de las expropiaciones. Se calculó que los terrenos costarían menos de 400 millones de euros, pero la cifra se multiplicó por seis cuando el Supremo falló a favor de los propietarios de los terrenos que reclamaron.
Según los expertos, las autopistas de peaje no eran rentables incluso antes de la crisis, así que cuando llegaron las dificultades económicas se incrementaron las tarifas, con lo que siguió bajando aún más su uso.
Ahora el Estado deberá pagar entre 2.000 y 5.000 millones de euros por ellas, a lo que hay que sumar que algunas empresas concesionarias figuran en el listado de morosos con Hacienda. Dos de ellas suman deudas superiores a los 40 millones de euros.