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Los oficios de reparaciones artesanales, sin relevo generacional

Reparaciones de paraguas, de bolsos, de máquinas de coser... Son actividades artesanales casi en extinción por falta de relevo generacional.

José López lleva 45 años dedicándose a afilar herramientas de corte y a reparar paraguas. Es de las pocas personas en España que todavía sigue haciéndolo. "Antes había muchísimos. Cuando empecé, seríamos como 120 en Madrid, y ahora, con un taller así como el mío, debemos quedar cinco o seis como mucho", explica mientras arregla las varillas de uno de los paraguas que le han encargado.

Trabajo no le falta. Cada vez más personas optan por reparar lo que se rompe en lugar de tirarlo. "Más que nada los que tienen valor sentimental. Que si me lo ha regalado mi madre, que si es de recuerdo...", relata. Y no necesariamente tienen que ser caros. "Aunque se compren un paraguas de diez euros, vienen a preguntar si les interesa más arreglarlo, porque a lo mejor la reparación es pequeña y cuesta poco".

"Debemos quedar cinco o seis como mucho"

José López, Cuchillería J. López

Ese valor sentimental es también lo que está haciendo que crezca la demanda de reparaciones de máquinas de coser. "Vienen personas que las han heredado de su abuela y quieren ponerlas en funcionamiento. Coser se ha vuelto a poner de moda. Parece que están cambiando un poco los tiempos y se está volviendo a usos antiguos, a hacerse las cosas...", cuenta David Muñoz, del taller de reparación Hnos. Muñoz.

Heredó el negocio y los conocimientos de su padre, que empezó a arreglar máquinas hace más de 30 años. Es un negocio familiar, tradicional. Él lleva solo 12, pero espera jubilarse dedicándose a ello. "Si sigue habiendo trabajo puedo enseñárselo a mis hijos. O quizás si viene alguna persona a decirme que está interesada, puedo instruirla también", plantea.

"Quizás si viene alguna persona interesada, podría enseñarle"

David Muñoz, Hnos. Muñoz

David es optimista, pero José no lo es tanto. "Yo ya paso de 65 años, pero estoy aguantando un poco a ver si encuentro a alguien que quiera quedarse con el negocio, porque tengo una gran cartera de clientes que se van a quedar sin servicio", lamenta López. Pero reconoce que "es difícil" que haya relevo generacional. "Mis hijos no quieren, y en general la juventud tampoco, porque hay que estar muchas horas, todo el día y sábados incluidos".

En ello coincide Juan Manuel Martín, quien repara bolsos desde hace casi 40 años. También aprendió de su padre, que comenzó con el negocio a mitad del siglo pasado. "Yo he crecido entre bolsos, es lo que he visto en mi casa siempre, y es lo que hago", relata. Pero lamenta que vaya a desaparecer en cuanto se jubile. "Otra tienda que se quedará cerrada, y cada vez somos menos los que quedamos".

"Cuando me jubile, otra tienda que estará cerrada. Cada vez somos menos"

Juan Manuel Martín, Reparación de bolsos

Y le da pena, porque a lo largo del día la puerta de su tienda no para de abrirse, no dejan de llegar clientes que preguntan no solo por la reparación de bolsos, si no también de zapatos o cazadoras. "Vienen incluso hasta de otras provincias, y gente que vive en el extranjero, para poner a los bolsos cremalleras, asas... teñirlos, coserlos... de todo", cuenta. "Prácticamente todo se puede arreglar y se queda otra vez como nuevo".

Son profesiones poco comunes, servicios difíciles de encontrar. Pero que, de momento, todavía sobreviven. Gracias a manos como las de José, David, Juan Manuel... Manos que se resisten a que los cambios tecnológicos y sociales les lleven a desaparecer.

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