Método de compra
Comprar un coche hoy en día puede tornarse una tarea compleja, especialmente con la gran inflación que ha experimentado el mercado. No obstante, existen tres métodos de compra en la actualidad que pueden facilitar -o complicar, según las circunstancias- la adquisición de un coche. Financiación, renting o multi-opción, ¿cuál de ellos es mejor?
Comprar un coche nuevo es, para muchos, una decisión financieramente arriesgada. Y es que la dura inflación está consiguiendo que el vehículo personal se convierta en un artículo únicamente apto para los bolsillos más pudientes. Sin embargo, existen tres métodos de compra que pretenden hacer el proceso no solo más llevadero, sino también, a priori, más accesible. ¿Cuáles son esos métodos? Y, sobre todo, ¿por cuál de ellos me he de decantar?
En la actualidad debemos hablar de tres grandes procesos para adquirir un coche: financiación, renting y multi-opción. Por supuesto siempre podemos afrontar un pago al contado, pero dependerá de cuan boyante sea nuestra economía. Pero antes de optar por uno de estos tres sistemas que ofrecen las propias marcas, debemos saber qué son, qué ofrecen, qué ventajas tienen y, sobre todo, qué inconvenientes presentan.
La financiación, un arma, en muchas ocasiones, de doble filo
Empecemos por la financiación, una forma de compra que, por supuesto, está presente en cualquier sector. Básicamente estamos ante un sistema por el cual podemos pagar el coche en cuotas. Es decir, el precio del vehículo se divide en mensualidades que abonaremos, en principio, cómodamente.
Sobre el papel, la financiación es un método que convence, especialmente para aquellos que no quieren descapitalizarse de una suma importante de dinero. Y es que ahí reside una de sus mayores ventajas, en la facilidad de pagar un coche sin la necesidad de afrontar un alto desembolso de golpe.
Sin embargo, también existen una serie de aspectos que debemos tener en cuenta sobre la financiación. El primero de ellos es que la entidad que nos autorice este método, ya sea una financiera colaboradora con una marca de coches o un banco, siempre va a buscar beneficiarse, y es ahí donde aparecen los intereses. Estos intereses provocan que el precio final a plazos sea siempre superior a la cifra que pagaríamos por ese coche al contado.
Otro punto que debemos tener presente es que hay que pagar una entrada, con la que se busca garantizar el pago de las cuotas una vez entregado el coche. Esta variará en función de los meses estipulados para pagar el vehículo y de la cifra a afrontar por las cuotas. Es decir, cuanto más alta sea la entrada inicial, más bajas serán las cuotas.
Y este es el principal punto débil de la financiación, que, además de terminar abonando un precio superior al que pagaríamos al contado, debemos afrontar una serie de gastos adicionales. Sin embargo, eso no quiere decir que sea negativo para todos los potenciales clientes, y esa es una conclusión a la que deberá llegar cada uno en función de cuánto compense la financiación.
Además, debemos tener en cuenta que las mejores ofertas suelen estar asociadas a financiación. Esto se traduce en que los coches más baratos del mercado implican este sistema de pago, ayudando a que el descuento que experimentan sirva para mitigar los intereses.
El renting, uno de los métodos menos escabrosos y más cómodos
Una de las opciones más lógicas a la hora de adquirir un coche es el renting. Esto se debe a que es un método bastante transparente y que, por norma general, no esconde sorpresas. Resumiendo mucho es, básicamente, un alquiler a largo plazo.
Lo primero es que, para acceder a este, la marca nos va a exigir una entrada -la cual no siempre está presente en el contrato de renting- que variará en función del propio coche, versión y meses contratados. Pero ese es el único desembolso inicial que tendremos que afrontar, ya que a partir de dicho momento abonaremos las cuotas estipuladas, las cuales pueden ser de 300 euros e incluso menos de la mano de una entrada generalmente alta.
El punto álgido de los pagos mensuales es que incluyen, por norma general, mantenimiento y seguro, aunque en función del tipo de contrato podremos disfrutar de más servicios incluidos en la cuota. Además, las revisiones se llevan a cabo, en casi todos los casos, en talleres oficiales, y podemos disfrutar de algunos servicios consumibles, como el cambio de neumáticos.
Algo que podría ser un inconveniente es que la entrada inicial suele ser alta y que el coche en ningún momento es de nuestra propiedad. Además de que una de las condiciones del renting es que debemos atenernos a un kilometraje anual limitado, y en caso de superarlo se nos aplicará una penalización.
Tampoco podremos modificar el contrato una vez iniciado, aunque existe lo que se conoce como renting flexible, una modalidad del mismo que permite al cliente modificar las condiciones y duración a placer y sin penalización, siendo el único punto negativo que, a cambio de esta flexibilidad, que tendremos que afrontar cuotas más elevadas de lo habitual, así como que tendremos que escoger entre una serie de vehículos concretos al no ser el renting flexible aplicable sobre cualquier coche.
Pero una de las ventajas del renting es que, una vez finalizado el contrato, podemos decantarnos por devolver el coche, pagar una última cuota y quedárnoslo o renovar el contrato de renting con el mismo coche o iniciar uno nuevo con otro vehículo.
La multi-opción, tal vez el método de compra más lógico
Por último, pero no por ello menos importante, nos encontramos con la multi-opción. Tal vez sea el método de compra menos conocido, pero debemos tenerlo cuenta al tratarse, a priori, de un sistema bastante atractivo. Lo cierto es que muchas veces suele confundirse con el renting dadas sus similitudes, pero es una opción de compra que difiere en ciertos aspectos.
El primer punto a tener en cuenta es que realmente se financia una parte del valor del coche, el cual se abona durante un periodo aproximado de dos o tres años. Una vez completado el tiempo establecido, el cliente tendrá que decidir si devolver el coche o quedárselo.
En caso de optar por este último escenario, será necesario abonar lo que se conoce como Valor Futuro Mínimo Garantizado (VFMG). Este no es otra cosa que una cifra pactada en la redacción del contrato de la mano de una serie de condiciones.
Este VFMG se calcula en función de los kilómetros que se vayan a recorrer con el coche, y los cuales son también pactados previamente. Ahí radica también uno de los inconvenientes de la multi-opción, que no podemos cubrir distancias a placer, sino ateniéndonos a una limitación.
También es necesario aclarar que lo que se incluye en las cuotas se pacta previamente. No tiene porque ser el escenario habitual, pero en según que casos se podría incluir mantenimiento y seguro, aunque todo dependerá del tipo de contrato que se establezca..
Pero, ¿qué pasa cuando finaliza el contrato y llega el momento de revisar el VFMG? Lo primero que se analizan de los kilómetros totales y, en caso de que el conductor haya recorrido menos de los pactados, el vehículo se valorará al alza, y si ha recorrido más de los estipulados ocurrirá lo contrario.
A su vez, se realiza una peritación para comprobar el estado tanto exterior como interior del coche, proceso que, una vez concluido, permite poner punto y final al contrato. Y en este paso aparecen dos vertientes en caso de que decidamos quedarnos con el coche: una en la que el valor del vehículo es más alto del estipulado dado el buen estado y bajo kilometraje del mismo, provocando así que el VFMG sea más alto y por el cual se abonará la diferencia al cliente; y otro en el que ocurre lo contrario, es decir, el estado general del coche es malo y se han superado los kilómetros, por lo que el VFMG es más bajo y el cliente es quien debe abonar la diferencia.
En este caso la multi-opción puede salir cara, además de que nos encontramos con otros puntos negativos. El primero es que, en la mayoría de los casos, una de las condiciones del contrato es que el seguro contratado sea a todo riesgo, lo que provoca que las cuotas se incrementen. El segundo es que el TAE suele ser elevado, normalmente de un 10%.