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ENERGÉTICAS

Galicia logra frenar el consumo de bebidas energéticas entre menores antes incluso de prohibirlas

Tras el anuncio de la Xunta de prohibir su venta a menores, y aunque la ley aún no ha entrado en vigor, la concienciación social y el efecto disuasorio ya han reducido el consumo del 45,6% al 31,3%.

Imagen de archivo de bebidas energéticas.Antena 3 Galicia

Es una realidad. Cuatro de cada diez menores españoles consumen bebidas energéticas de forma habitual. Lo hacen pese a los riesgos acreditados para la salud y a las advertencias médicas que se acumulan desde hace años. En Galicia, sin embargo, algo ha empezado a cambiar incluso antes de que exista una prohibición formal.

El simple anuncio del veto a la venta de estas bebidas a menores de edad ya ha tenido un efecto palpable: el consumo entre adolescentes se ha desplomado.

Según los últimos datos del Plan Nacional sobre Drogas, en solo dos años el porcentaje de estudiantes gallegos de entre 14 y 18 años que reconoce haber consumido bebidas energéticas en el último mes ha pasado del 45,6% al 31,3%. Es una caída de más de 14 puntos porcentuales que sitúa a la comunidad como una de las que menos consumen en todo el Estado, muy por debajo de la media nacional, que se mantiene en el 38,4%.

El descenso se produce antes de que entre en vigor la futura ley gallega de prevención de conductas adictivas, impulsada por la Consellería de Sanidade, y que incluirá la prohibición expresa de vender, consumir o poseer bebidas energéticas por parte de menores de edad. El texto se encuentra actualmente en tramitación parlamentaria y su aprobación definitiva se retrasó por la convocatoria de elecciones autonómicas. La Xunta prevé que la norma entre en vigor una vez publicada en el Diario Oficial de Galicia.

Desde Sanidade insisten en que las bebidas energéticas no mejoran el rendimiento académico ni deportivo. Al contrario, alertan de que una sola lata puede contener el equivalente a dos cafés expresos y concentraciones elevadas de cafeína, taurina y otros estimulantes. La ley contempla sanciones leves, a partir de 200 euros, para los menores que las consuman o posean.

"Estamos viendo cada día en consulta los efectos de este consumo", explica Cristina Simón, médica de familia en Ourense. "Hipertensión, ansiedad, insomnio, taquicardias, síncopes… Son adolescentes que llegan con síntomas claros derivados del abuso de estas bebidas". La doctora subraya además otro riesgo añadido: "El consumo de bebidas energéticas es una puerta de entrada a mezclarlas con alcohol y a una mayor cercanía al consumo de drogas".

La normativa gallega va más allá del veto a la venta. Prohíbe también la presencia de estas bebidas en hospitales, centros educativos y eventos deportivos dirigidos a menores. Incluso regula su colocación en supermercados y tiendas, para evitar que estén cerca de productos dirigidos a niños. "Todo eso ha reducido de forma muy clara el acceso y el consumo", sostiene Simón.

Entre las familias, la percepción es clara. Joaquín, padre de dos adolescentes, no duda: "Sabemos que son nocivas, ha habido incluso muertes relacionadas con su consumo. Nuestros hijos están informados y saben que son peligrosas".

Yago, otro padre, apunta directamente al efecto disuasorio del anuncio de la Xunta: "En mi casa las ven como el alcohol. Mi hijo me dice: 'Papá, no podemos tomarlas'. El mensaje de prohibición ha calado, se habla mal de ellas y eso hace que bajen".

Norma, madre de una adolescente, reconoce que el consumo sigue existiendo: "Las consumen mucho, aunque mi hija no. Por eso creo que esta norma debería extenderse a nivel nacional. No erradicaría el problema del todo, pero ayudaría muchísimo".

Entre los propios adolescentes hay mayor conciencia, aunque no de forma uniforme. Alejandra, de 14 años, asegura que a ella le han explicado bien los riesgos, pero observa otra realidad a su alrededor: "Tengo compañeros que las consumen todos los días después de entrenar".

En los comercios, el cambio también se nota. Clara Fornís, dependienta de una tienda de chucherías y bebidas energéticas, explica que el anuncio del veto ya ha tenido consecuencias: "Muchos menores no saben exactamente si está prohibido o no, pero por si acaso no las compran. Saben que son peligrosas y no quieren saltarse la ley". También en excursiones escolares se percibe el cambio: "Antes los profesores no decían nada; ahora se lo prohíben directamente".

Pese al descenso, las cifras siguen preocupando. En Galicia, unos 39.000 adolescentes continúan consumiendo bebidas energéticas. La Xunta confía en que, cuando la ley sea efectiva, el consumo se reduzca aún más y que el efecto ejemplarizante impulse cambios similares en otras comunidades.

Por ahora, Galicia demuestra que el mensaje político y sanitario, incluso antes de convertirse en ley, puede modificar hábitos. Un primer paso para frenar una tendencia que había normalizado el consumo de estimulantes entre menores y que ahora empieza, por fin, a retroceder.

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