informe CaixaBank Research
La revolución tecnológica está contribuyendo a una dualidad entre un grupo de empresas muy productivas, que utilizan las mejoras tecnológicas, y un sector más rezagado que se está viendo perjudicado, según las conclusiones del informe mensual 'Cambio tecnológico y productividad' de CaixaBank Research, que además apunta que el cambio tecnológico está detrás del aumento de la brecha salarial.
El estudio, que evalúa hasta qué punto las nuevas tecnologías están mejorando la capacidad de crecimiento, indica que el aumento de la productividad a nivel global, lejos de dispararse con la llegada de los cambios tecnológicos, se ha desacelerado en los últimos años de manera "notable, significativa, persistente y generalizada".
En concreto, la productividad laboral mundial ha pasado de crecer un 2,6% anual en el periodo 1996-2007 a un 1,8% entre 2013 y 2016. Según CaixaBank Research, esto se explica por el proceso de difusión tecnológica, ya que trabajadores y empresas están aprendiendo las ventajas de introducir cambios tecnológicos, y los efectos persistentes de la crisis económica, que ha tenido un impacto sobre la productividad más allá de lo habitual.
Sin embargo, si se analiza la evolución de la productividad empresarial más allá de las cifras agregadas, se observa una marcada dualidad entre las empresas más productivas, con elevada inversión en capital intangible, y el resto, con baja productividad y poca inversión en capital intangible. Así, apunta que las 'empresas de la frontera' -es decir, las que están aplicando las ventajas que la revolución tecnológica les ofrece- han ganado cuota de mercado, especialmente en los sectores relacionados con las TIC, ya que las innovaciones digitales les han permitido reproducir sus productos e información a un coste marginal cercano a cero.
Esta 'brecha' también se traslada al mercado laboral, en el que la desigualdad salarial ha aumentado, en parte, por el cambio tecnológico, según ha explicado el director de Macroeconomía y Mercados Financieros de CaixaBank Research, Oriol Aspachs, durante la presentación del estudio.
En este sentido, el informe señala que es posible que algunas tareas se desempeñen con menos trabajadores en los próximos años, aunque los economistas de CaixaBank Research se muestran convencidos de que el efecto sobre el empleo acabará siendo globalmente positivo gracias al mayor protagonismo que adquirirán las profesiones que más se beneficiarán de los nuevos desarrollos tecnológicos, lo que, por otro lado, puede aumentar las diferencias de productividad entre profesiones.
De esta manera, los trabajadores más perjudicados son los que desempeñan tareas más automatizadas, por su facilidad de ser reemplazados. Por otro lado, el cambio de paradigma tecnológico también afectará a la estructura sectorial de la economía y al funcionamiento y tamaño de las empresas. Así, las plataformas digitales incorporarán cada vez más bienes físicos y servicios en su catálogo de productos y tejerán sinergias con empresas que ofrezcan bienes complementarios, convirtiéndose en "un competidor temible" para las empresas más tradicionales.
Una nueva agenda de políticas económicas
Ante estos cambios, desde CaixaBank Research han destacado la necesidad de que los países se adelanten a los cambios y ofrezcan "nuevas recetas" para hacer frente a los retos de la revolución tecnológica. En concreto, han apuntado a la creación de una agenda clara de políticas públicas para estimular la productividad, actuando, especialmente, en el ámbito de la educación, en el que consideran que debería impulsarse un nuevo modelo en el que se reste importancia a la memorización y en beneficio de las habilidades de liderazgo, trabajo en equipo o criterio; y en el de la inversión, fomentando la apuesta por los activos intangibles.
Asimismo, la entidad ha resaltado la necesidad de incorporar nuevas métricas en las políticas económicas, debido a que el tamaño y la estructura social "son conceptos cada vez más difusos".
En la misma línea, Aspachs ha señalado que la evolución del PIB como factor de medición del crecimiento de una economía presenta limitaciones, ya que no mide la actividad de empresas como Google o Facebook.