Empleo público
Hemos entrado en una de las pocas residencias de España en la que se forman los que aspiran a ser Jueces, Fiscales, Notarios o Inspectores de Hacienda.
Pocas cosas rompen el silencio en esta residencia de estudiantes. Accedemos a ella -sin hacer mucho ruido- para conocer cómo viven los jóvenes que se están preparando las oposiciones más difíciles de nuestro país. "A partir de aquí, chicos, silencio sepulcral" nos dice casi andando de puntillas, Cristina, una joven granadina que lleva unos meses aquí.
Los estudiantes se mueven por las zonas comunes discretamente. Abren las puertas con cuidado, mueven las sillas silenciosamente y pasan las hojas de los apuntes con especial meticulosidad. Hacen todo lo posible por no desconcentrar a los compañeros en sus largas horas de estudio, "hay que tener cuidado con pasar los folios o con la forma de subrayar", nos cuenta Cristina. Ella quiere ser Inspectora de Hacienda y aunque lleva poco tiempo en la residencia ya sabe cuales son las reglas no escritas de este edificio. "No preguntar cuánto tiempo llevas aquí o no andar en tacones son algunas de esas normas" nos dice entre risas.
Tanto ella como el resto de jóvenes que residen aquí se enfrentan a jornadas maratonianas de estudio. "Entre 8 y 10 horas" reconoce Álvaro, que se está preparando la oposición a Jueces y Fiscales. Los dos han tenido que despertarse hoy antes para poder atendernos. "Tenemos el estudio muy planificado, yo ya sé las páginas que tengo que estudiar de aquí un año", nos cuenta Cristina.
Álvaro nos lleva a conocer una de las pocas zonas en las que podemos hablar en un tono normal: la sala de canto. "Es una habitación con una mesa, una silla y una pizarra en al que cantamos los temas en voz alta una vez nos los aprendemos". Sorprende la habilidad de Álvaro para "cantar" sus temas... la concentración aquí es clave.
En estas habitaciones está el futuro de la élite del empleo público español. "Unos 200 alumnos se forman aquí cada curso" nos cuenta Jesús Avezuela, Director General de la Fundación Pablo VI.
Para ellos esta residencia es como su casa y el resto de compañeros son también su familia. "Es una etapa muy solitaria y aquí estás bien acompañado", dice Álvaro. Descansan un día a la semana y reconocen que "en la hora de la comida no se habla de oposiciones" porque, también, necesitan desconectar.
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