Opinión
Esther Vaquero repasa el malestar que sienten los consumidores cuando tienen que pasar horas al teléfono para hacer una reclamación y teme que la ley no cumpla las expectativas.
Todavía es un anteproyecto de ley, pero a mí me ha llenado de esperanza saber que ya está en marcha la futura Ley de Atención al Cliente. Y también de cierto escepticismo, para qué engañarles.
Como consumidora -seguro que igual que ustedes-, he perdido minutos y horas de mi vida colgada del teléfono para comunicar una incidencia, pedir una devolución por un cobro indebido o hacer una reclamación en general. La frustración es máxima cuando tienes que enfrentarte a un contestador o cuando no hacen más que pasarte de un operador a otro como si fueras una pelota y tú tienes que explicar tu problema una y otra vez. Qué distinto es el trato cuando quieres contratar el servicio, ¿verdad? Ahí te ponen la alfombra roja…
Qué distinto es el trato cuando quieres contratar el servicio
Bien, pues lo que promete esta futura Ley de Atención al cliente, es que obligará a las empresas a que quien nos atienda sea un operador y no un contestador –por ejemplo-. También promete poner límite a los tiempos de espera y la incidencia tendrá que estar solucionada en menos de un mes.
Todo tiene una letra pequeña
¿Por qué soy yo escéptica? Porque todo tiene una letra pequeña... y esta ley, de momento, no establece sanciones o indemnizaciones si esto no se cumple. Habría que tenerlo en cuenta para no hacer cierto el dicho de que quien hace la ley hace la trampa.