ADVERTENCIA EN PLENA GUERRA COMERCIAL
España alertó en Buenos Aires, donde se celebra la reunión de ministros de Agricultura del G20, de que el proteccionismo y las guerras comerciales tienen consecuencias negativas especialmente en el campo agroalimentario, y abogó por el desarrollo de una agricultura sostenible contra el hambre.
Durante dos jornadas, los principales autoridades de la agricultura de los países del G20 -que representan el 60% de las tierras agrícolas totales- debaten en Argentina, que lidera el foro en 2018, sobre el uso responsable de los suelos, la pérdida y el desperdicio de alimentos, y la innovación aplicada a la agricultura.
"El proteccionismo y las batallas comerciales son especialmente dañinas en el campo agroalimentario. Cualquier batalla comercial es dañina. Nadie sale vencedor de una guerra comercial. Todos de una forma u otra salen perdedores", explicó el ministro español del ramo, Luis Planas, en un encuentro con la prensa. En su opinión, la cita del G20 plantea una agenda "muy interesante" desde el punto de vista de la cooperación global y representa una apuesta "clara" por el multilateralismo en materia comercial.
"Esa es la forma de trabajar, la que el Gobierno de España piensa que es necesaria en el momento actual entre la Unión Europea (UE) y el resto del mundo", afirmó Planas, quien asumió su cargo el 7 de junio pasado, tras la investidura del socialista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
Según adelantó, junto a sus homólogos del foro internacional -que integran los países más desarrollados y emergentes y del que España es invitado permanente- se va a aprobar una declaración que manifiesta "la importancia de una alimentación sostenible" que dé respuesta a la situación actual.
"En un océano de prosperidad nos encontramos aún con 815 millones de personas que están en una situación de hambre y 2.000 millones con necesidades alimentarias. No nos lo podemos permitir", sentenció Planas. El G20, continuó, responde con un mensaje "de recuerdo y apoyo" a las políticas que aumenten el abastecimiento alimentario, teniendo en cuenta que la agricultura de hoy "no es como la de hace un siglo".
"Tiene que ser una agricultura sostenible desde el punto de vista de los recursos y su futuro", subrayó el ministro, quien sobre el desperdicio alimentario destacó que, no solo por motivos éticos sino también económicos y de sostenibilidad, no se puede permitir que "una parte importante de la producción" no beneficie a las personas, por la capacidad de "destruir o de no utilizar" productos frescos o perecederos.
A Buenos Aires llegaron, entre otros, el secretario de Agricultura de Estados Unidos, Sonny Perdue; la ministra federal de Alimentos y Agricultura de Alemania, Julia Klöckner, y miembros de entidades internacionales como la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Junta Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos.
Los países del G20 son responsables de casi el 80% del comercio mundial de alimentos y las conclusiones de esta reunión -precedida el pasado fin de semana por la de ministros de Economía, que también rompieron una lanza a favor del comercio exterior- quedarán plasmadas en una declaración conjunta que se emitirá este sábado.
La revolución digital en la materia también estará sobre la mesa. Según recordó el ministro español en base a datos de las Naciones Unidas, la población mundial se va a incrementar en un tercio hasta 2050, por lo que auguró que la producción agroalimentaria deberá incrementarse aproximadamente en un 50% más por el aumento de capacidad de consumo de las clases medias.
"De ese incremento de producción pensamos que el 80% se va a lograr a través de nuevas técnicas y formas de cultivar y explotar la ganadería", agregó. El problema de la erosión de los suelos y la llamada resistencia antimicrobiana forman también parte de la agenda.
"El empleo de los antibióticos en la ganadería es un tema que debe ser tratado de una forma profesional y racional para evitar desarrollar resistencias que nos puedan condicionar de cara al futuro", insistió el ministro, quien abogó por luchar no solo por una mejor agricultura, sino también contra el cambio climático.
Se mostró así convencido de que si se quiere una agricultura sostenible, esta tiene que ser capaz también de responder a los problemas vinculados al cambio climático, y defendió los objetivos del Acuerdo de París para el Medioambiente.