ANÁLISIS DE LA REVISTA DIRIGENTES
Las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran unas estimaciones de crecimiento para China del 6,8% para este ejercicio y del 6,3% para 2016. Cifras altas si se comparan con las de los países desarrollados, pero que en el caso de China contrastan con los datos cosechados hasta ahora. El año pasado, con un crecimiento del 7,4%, el país registró el peor crecimiento en 24 años. Y sin embargo, a pesar de esta ralentización económica, el dato del año pasado superó al del consenso de analistas.
Los expertos se muestran cautelosos ante el desarrollo del país en los próximos meses donde deberá comenzar a sentar las bases para un cambio de paradigma. China ha vivido un crecimiento espectacular al convertirse en la mayor fábrica del mundo y llegar a ser la segunda economía mundial. Desde los objetos más nimios a los grandes desarrollos, hubo un momento en el que todo pasaba por la factoría china. Sin embargo, la crisis económica internacional ha hecho que la demanda baje, lo que se suma al incremento de los costes logísticos y pone en entredicho el modelo económico que existía hasta ahora. Como muestra de esto sirve el dato de la caída del 6,2% que vivieron las exportaciones del gigante asiático en abril, que también cayeron en mayo (un 2,5%). Además de tratarse del segundo mes consecutivo en el que el país vivía un descenso de este indicador.
La "nueva normalidad"
En este momento de coyuntura económica, el Gobierno de Pekín quiere entrar de forma suave en lo que han venido denominando como "nueva normalidad" ("new normal"). Bajo este nombre, el Ejecutivo del primer ministro Li Keqiang se refiere a una nueva fase donde la economía dejará de crecer a doble dígito para volver a cifras más modestas. En este sentido, y con el objetivo de evitar un aterrizaje brusco, el Gobierno ha empezado a poner en marcha un paquete de medidas económicas y fiscales, tratando de potenciar la demanda interna a la par que se reduce la dependencia de las exportaciones.
Como ya hizo Estados Unidos y más tarde la Unión Europea, China ha optado por los estímulos de política monetaria. El Ejecutivo chino decidió en mayo llevar a cabo una nueva revisión a la baja de los tipos de interés. Esta bajada es la tercera llevada a cabo desde noviembre, que lleva a situarlos en el 5,1%. La autoridad monetaria además rebajó las reservas que obligaba a los bancos para operar en el país en una maniobra para tratar de estimular el crédito y, por tanto, mejorar el consumo.
"En China estamos viendo un incremento de los estímulos, por la vía fiscal y sobre todo por la vía monetaria. A medio plazo, esto está generando alguna incertidumbre, porque se puede interpretar como que existe preocupación por parte del Gobierno chino", apunta Alberto Spagnolo, director de inversiones de Julius Baer. Con este entorno, el experto apunta que se muestran "optimistas" con el gigante asiático aunque esto no quita para que mantengan una actitud "vigilante" sobre las señales que podrían marcar un empeoramiento preocupante de la situación.
Puedes leer el reportaje completo en la revista DIRIGENTES de julio/agosto.