Lucha greocorromana
La historia de Zion Clark es el mejor ejemplo de que los límites solo están en la cabeza. Y es que este joven nació sin peinas por un trastorno genético, el síndrome de regresión caudal, afectando el desarrollo de su columna vertebral.
Una tragedia que se unió a la de su infancia, ya que su madre, drogadicta y en prisión, lo entregó en adopción. Clark encontró una familia a los ocho años y descubrió la lucha libre, el deporte que le cambio la vida.
"Algunos niños tenían miedo de luchar conmigo. Yo tenía miedo de luchar con ellos. No sabía lo que estaba haciendo", explica Clark.
Al graduarse, Clark estaba clasificado dentro de los ocho mejores atletas estudiantiles de lucha libre en Estados Unidos, con 15 victorias en 33 combates.
Ahora, su objetivo es formar parte del equipo olímpico y ser uno de los mejores luchadores de estilo libre del mundo.