Aventura

Un paracaidista incendia su paracaídas a 2.300 metros de altura en busca de emociones fuertes

El paracaidismo es uno de los deportes que más adrenalina produce a los que lo practican. Una caída libre en la que el paracaídas es el único salvavidas. ¿Qué te puede llevar a quemar tu propio paracaídas en pleno salto?

Llevan al extremo sus pruebas y también su frecuencia cardíaca. 2300 metros de altura, un paracaídas y una pistola de bengalas para incendiarlo en pleno vuelo.

"Aunque desde el punto de vista del desconocimiento se vea una locura planeado está bien planeado", explica José Luis Candil, instructor de paracaidismo.

Un gen en su ADN les empujan a ponerse al límite

"La gran mayoría de gente que conozco con este gen, planean muy bien lo que hacen. El miedo está, el riesgo está y la adrenalina está", indica Candil.

Corren riesgos pero con seguridad. En este caso hay plan B y hasta C.

"Cuando quema el paracaídas y lo suelta, el que abre es un paracaídas principal. Luego le quedaría otro todavía si ese diese problemas", asegura Candil.

Ahí arriba no piensan en qué puede salir mal pero sí lo hacen desde abajo

"Hay una persona encargada en tierra que se llama el gran control que es la que dos minutos antes de que se realice el salto chequea que las condiciones son correctas para realizarlo", afirma Candil.

Y al aterrizar con éxito…

"Nos da ese subidón que se llama", reconoce Candil.

Y es justo eso lo que les mantiene vivos

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